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Pero... ¿es Zapatero un mentiroso?

Pero... ¿es Zapatero un mentiroso?

Al presidente del gobierno nadie le podría negar la cualidad de estar mimado por la diosa Fortuna. Justo cuando, en unas curiosas declaraciones a un periódico de Madrid, Zapatero reconocía haber negociado ‘de política’ con ETA, contra lo que había sostenido durante toda la legislatura, al principal, y casi único, partido de oposición le estalla en las narices el ‘caso Gallardón’. Quedaba así anulada de hecho la campaña que el PP estaba iniciando para llamar ‘mentiroso’ al jefe del Ejecutivo, secretario general del PSOE y rival de Rajoy para ocupar el sillón de La Moncloa.

Menuda suerte tiene este tío”, decían, admirados, algunos responsables del Partido Popular, enredados en las lianas mortíferas de las peleas intestinas nada menos que entre los dos protagonistas más votados del partido. Claro que no es tanto la ya acreditada suerte presidencial cuanto las meteduras de pata en el otro lado lo que ha hecho que, de momento, se olvide esa campaña de ’Zapatero mentiroso’ que ya estaba haciendo que algunos comentaristas, especialmente belicosos contra el gobierno y especialmente benévolos hacia la oposición, pidiesen nada menos que la ‘reprobación’, a la americana, de ZP.

Sin embargo, me parece que el tema va a ser recurrente en cuanto se apaguen los ecos del error cometido con Gallardón y de las equivocaciones de Gallardón y de su adversaria Esperanza Aguirre (y del mismísimo Rajoy, no obstante más víctima que ejecutor en este caso). ¿Nos ha mentido Zapatero? Me parece un tema fundamental, que Rajoy no podrá dejar así, sin más, aparcado cuando se enfrente en dos ‘cara a cara’ televisivos con su oponente.

Y sí, claro, no nos ha dicho la verdad. Lo cual es grave. Cierto que una negociación con terroristas no es cosa que se radie en directo, y cierto también que la oposición ha sido excesivamente inflexible cuando las circunstancias hubiesen requerido su complicidad. Pero no es menos verdad que ZP nunca propició tal complicidad y sí más bien el alejamiento de Rajoy, y que llevó su empeño en negarlo todo, especialmente que las negociaciones hubiesen seguido tras el atentado contra el aeropuerto de Barajas, más allá de lo razonable. Porque había abundantes evidencias en contrario, y fuimos muchos los periodistas que las pusimos de relieve.

Puede que haya circunstancias atenuantes en el proceder de un Zapatero que es mucho más hermético, mucho más impermeable a la información, de lo que inicialmente hubiese podido parecer. Entre esas circunstancias se halla el hecho de que ningún país occidental padece hoy el azote del terrorismo ‘doméstico’ –el islamista es otra cosa—como España. Y hay pocos precedentes, porque lo de Irlanda no es ni siquiera parecido, digan lo que digan, sobre cómo tratar con esta pesadilla, que nos llena de zozobra desde hace cuarenta años.

Personalmente, esas circunstancias atenuantes no me parece que lleguen a la categoría de eximentes. No libran de culpa a Zapatero por haber mentido reiteradamente cada vez que le interrogábamos sobre el proceso de paz. Y acaso esa inseguridad que mostró ZP, negándolo todo y mostrando una inusual benevolencia con los filoterroristas, cuando lo lógico hubiera sido sacar pecho y reconocer que sí, que la negociación era lo más responsable y, al tiempo, aplicar sabiamente palo y zanahoria, haya sido o que dio al traste con el proceso. Porque se concedieron alas a ETA, que llegó a creer que era la dueña, atentando o no, de las llaves de La Moncloa: actuando de una manera, daba la victoria a Rajoy y, de otra, a Zapatero. ¿Para qué iba a negociar la banda facinerosa, si sentía el ama del cotarro?

Bueno, al menos Zapatero ha reconocido la verdad, aunque tarde y a medias. Yo, tragando el sapo, hasta todo lo perdonaría, al gobierno su mendacidad y su ambigüedad y a la oposición sus posturas a veces tan cerriles, tan apegadas al ‘no a todo’, utilizando de manera electoralista la lucha contra el horror, si ambos prometiesen una leal colaboración en el futuro, gane quien gane, en este campo, tan importante para todos los españoles. Porque no tengan ustedes dudas: cualquiera de los dos tendrá que volver a negociar con ETA –manteniendo, confío, las medidas policiales y la supremacía de la ley sobre ciertas ‘oscilaciones’ judiciales--- en cuanto exista el menor indicio de que puede llegarse a un atisbo de paz.

Eso sería, al menos, lo responsable. Lo demás, desde negarse a cualquier contacto con la banda hasta estos intentos-exprés de ilegalización oportunista de ANV --¿recuerda aquellas declaraciones de Zapatero diciendo que esta formación no merecía  ser declarada fuera de la ley?--, me parece lo contrario: irresponsable.

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