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Un político singular

Un político singular

Le veo caminar con paso rápido hacia su despacho. El gesto serio, acaso distraído o ensimismado en sus pensamientos. Supongo que estos días los debe de vivir con alivio y pena. Alivio por haber adoptado una decisión: abandonar la política. Pena, porque después de tantos años dedicado en exclusiva a hacer política no debe de ser fácil despedirse así, por más que él se haya adelantado la despedida.

Manuel Marin dice que se va a la Universidad, y le imagino harto de su paso por esta legislatura en la que ha desempañado de presidente de las Cortes, granjeándose la animadversión de propios y extraños. Marín es uno de esos políticos que se cree a pies juntillas que las cosas son como deben de ser, en su caso ejercer impecablemente, sin partidismos, la presidencia del Congreso de los Diputados. Han sido tres años en los que, los suyos, las gentes del PSOE, no le han perdonado que se negara a poner la institución al servicio de los intereses de su partido, mientras que desde la bancada del PP, se ha procurado desgastarle con el fin de desgastar al PSOE.

Ahora unos y otros le dedican elogios encendidos, y esos elogios producen una cierta nausea. Quienes tanto empeño han dedicado a denostarle, a empujarle hacia una jubilación anticipada, ahora se deshacen, con frases rimbombantes, en halagos. Una vez se cumple el refrán de que enemigo que huye, puente de plata.

El PSOE se quita de encima una voz autorizada, un político consistente y respetado más allá de nuestras fronteras. Y teniendo en cuenta la inconsistencia de la gran mayoría de los actuales dirigentes socialistas, se entiende que prefieran  perder de vista a Marín, porque les debe de pasar lo que a la madrastra de Cenicienta cuando se miraba en el espejo.

En cuanto al PP, pues lógicamente prefieren en la presidencia del Congreso a un don nadie, a alguien a quién puedan no tener que respetar. Así la política pierde a uno de los mejores, pero seguramente es el signo de los tiempos. En esta legislatura hemos tenido una clase política más que floja, flojísima. Vamos, que no hay lumbreras, ni nadie que destaque por encima de la mediocrida. Bueno si, ya lo he escrito en otras ocasiones ,salvo el caso de Josu Jon Imaz, Duran Lleida, Manuel Marín y cuatro más.

Marín es un político singular en una situación como la que vivimos, por eso tiene lógica que se vaya.
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