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La familia y uno más

… O la historia del “cuñaaaaaaaao” podría llamarse este artículo. Y es que la familia muchas veces trae problemas a los políticos. Y viceversa. Véase, esta misma semana, los dos casos relacionados con parientes de Mariano Rajoy, presidente del PP. Por un lado, su primo, un científico de prestigio a quien el propio presidente de los populares ha traído a colación  y puesto en primera línea de fuego, al hacerle copartícipe de sus opiniones sobre el cambio climático. El hombre —el primo— estaba despavorido ante la reacción mediática que habían provocado las palabras de su pariente —el político— y que le habían situado bajo todos los focos; con lo mal que se lleva la fama cuando uno no la ha buscado.

Otro caso es el del cuñado de Rajoy, Manuel Fernández Balboa, que según denuncian los contrincantes políticos del PP fue designado para un puesto público muy goloso, el de director económico-financiero de la Fundación Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela —cargo al que renunció al cambiar el Gobierno de Galicia, en 2005—, a pesar de su corta edad —29 años— y su aún más corto currículum. Sospechan enchufes, cosa que aún está por demostrar. En cualquier caso, otra historia familiar que salpica la política.

Desde los tiempos de Juan Guerra, el hermano de su hermano, los familiares más o menos directos muchas veces han sido, a su pesar, objeto de la atención de los medios de comunicación por causas como un inesperado florecimiento de sus negocios, un increible ascenso en su situación laboral o un aacceso a información  privilegiada que difícilmente llegaba con la misma fluidez a los que no tienen lazos de consanguinidad con la clase dirigente. Hijos o esposas de alcaldes cuyas propiedades son recalificadas o cuyas empresas resultan adjudicatarias de sustanciosos contratos públicos; parientes políticos —ya se sabe, apellidos diferentes pero todo queda en casa— beneficiados casualmente por la res publica por la gracia del azar (¿?); cuñados y demás parentela política, que en ocasiones aprovechan el tirón de sus famosos allegados para obtener de ello ventajas; la lista es casi interminable.
 
En el caso de la política, muy especialmente en los tiempos que corren, en que cada vez la sociedad se vuelve más escéptica, ha de aplicarse a pies juntillas a la vida política la cita clásica: la mujer del César no sólo tiene que ser honrada; también tiene que parecerlo.
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