Accidentes de tránsito no tienen cuando acabar

Expreso abre su portada con la cifra de las víctimas del accidente: “22 muertos y 39 heridos”. El diario señala que no pasa ni una semana sin que las carreteras del país se tiñan de sangre. Informa además que entre los heridos figuran una magistrada y un alcalde. Asimismo, una niña de año y medio se encuentra desaparecida.

Perú 21 titula en primera plana: “De nunca acabar” e informa que un bus cayó al abismo en la Oroya, dejando como saldo 22 muertos. Asimismo, el diario indica que hasta el momento se han registrado también 39 heridos. Además se informa que el Ministerio de Transportes publicó una nueva normativa para evitar la circulación de peligrosos buses-camión y se anuncia la clausura de paraderos informales.

El Comercio también se ocupa del tema y publica que: “Bus cae a un abismo y mueren 20 pasajeros”. Según informa el decano, el vehículo que iba rumbo a Huancavelica burló Tolerancia Cero. El Chofer quiso hacer un doble turno para ganar más dinero, luego de haber manejado durante 15 horas de Huancavelica a Lima y luego de recorrer 5 horas, a la altura del kilómetro 135 de la Carretera Central, justo en la curva de la laguna de Huacracocha, se quedó profundamente dormido y el bus cayó a un abismo de 250 metros.

La República prefiere abrir con un tema político y titula: “Apresen a vega”. Este emplazamiento corresponde al Premier Jorge del castillo, quien demanda al Poder Judicial tomar acciones para sancionar a los ex funcionarios del Sistema Integral de Salud (SIS). El primer ministro señala que si está probado que el gerente del SIS le compraba a su padrastro, el PJ debe actuar de inmediato: “¿Qué espera para apresarlo? ¿Qué se fugue del país? Reclamamos una acción más rápida”, dijo.

Correo cae nuevamente en su obsesión por Venezuela y señala en portada: “Chávez desestabiliza al Perú”. El diario recoge las declaraciones del ex mandatario boliviano Jorge Quiroga, quien asegura que Chávez utiliza títeres en el Perú y en diferentes países de Latinoamérica, en busca de expandir su llamada revolución, financiando convulsiones sociales y protestas.