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Público en el arrabal

Público en el arrabal

Ya se sabe que este canapero acude con más agrado a los festejos y saraos a los que no es invitado. Es como una obsesión patológica: ¿tú me castigas con el látigo de tu desprecio?... yo te castigo con mi presencia y, además, me como lo que me eches. Vamos, que me parezco a un político como un huevo a otro.
         Así que, efectivamente, el canapero se acercó en la noche del martes por el arrabal a la presentación de ese periódico zapaterista que dice llamarse ‘Público’. Iba en coche –de otro, claro, que me lo había prestado, gasolina incluida- y con una fotocopia en blanco y negro de una invitación que le birlé a un real invitado -que no un invitado Real- me dirigí al parking que la empresa fundadora, es decir, los mediaproses, había habilitado al efecto. Pero la primera en la frente: los VIPs aparcaban gratis; al vulgo o proletariado la broma le costaba seis euros. Sería cosa de hacer un chiste fácil, pero el canapero no está de humor.

         Visto lo visto, el canapero dio media vuelta y se fue… pero dejó sus espías en el recinto arrabalero.

         Pues eso. Resulta que la presentación de ‘Público’ careció más de ídem de lo que cabría esperar para el que aspira a convertirse en el diario de cabecera de nuestro querido presidente del Gobierno. No hubo muchos políticos, pero se pudo ver a la encantadora vicepresidenta del Gobierno, aunque se fue nada más culminar la sesión fotográfica de rigor. Y hubo hasta tres ministros –que mis espías vieran-: Joan Clos, que para eso es catalán, como Roures y Mediapro, amos, dueños y señores del nuevo invento, y, además, Clos nunca sabe muy bien por dónde se anda –que se lo digan a Gas Natural y Repsol con el problema del gas argelino-. Estaba también el ministro de Cultura -flamante, es decir, reciente-, César Antonio Molina, que al fin y al cabo tiene una dilatada trayectoria en los medios de comunicación. Y estaba también –juro que mi espía dice que lo vio- el de Justicia –todo sonrisas-, Mariano Bermejo. Y pare usted de contar. O asina.

         Por la otra banda –dicho sea sin ánimo peyorativo- se pudo ver el bronceado de Eduardo Zaplana, el más alto de los peperos que acudió. Pero es que Zaplana se apunta a todas –amigos, hasta en el Infierno, me dicen que dicen que es su lema-. Estuvo también el portavoz del Consejo General del Poder Judicial, Enrique López, equilibrando sonrisas; pero es que es su obligación. Y por el arrabal pasó también el vocal de CiU en el CGPJ… sí, hombre, sí, ése que hablaba de que Ejjjjjpaña estaba haciendo un genocidio cultural con Cataluña… sí, hombre, si tiene nombre de rey, aunque sin la “o” final. Bueno, ya me acordaré.

         Resulta que los espías de este canapero son tan cítricos –yo incluso diría que más- que el canapero mismo. Me parece que no les gustaron los canapiés que les echaron. Por ejemplo, me cuentan que, además de la jugarreta tan cutre del pago de seis euros a los no VIPs, pues que pusieron una zona ídem –un ‘corralito’, vaya- para los ídem, con una "vallita" –juro que la palabreja no es mía- de metro y medio para que el vulgo o proletariado no se mezclara con el aparatik. Pero lo más chirriante es que cuando un VIP quería saludar al vulgo, le daban una papeleta para que luego pudiera volver al redil. Uffff, menos mal, porque en las discotecas de mala muerte te ponen un sello con un pedazo de tampón y una tinta indeleble que no hay quien se la quite.

      Por cierto, que ya mé acordé del nombre ese de marras que decía arriba: Alfons López Tena.

         Pero hubo más risas, sí, muchas más. Vamos, que al parecer fue como esas bodas de pueblo, pero a lo rancio. Por ejemplo, me dicen mis malas –malísimas- lenguas que los jerifaltes del nuevo invento –Juan Pedro Valentín, Nacho Escolar, Jaume Roures…- iban sin corbata. Por mí perfecto, que sólo la llevo para gorronear en los actos de la Casa Real. Pero, hombreeeeeeee, que se pongan el artefacto a la hora de subir al púlpito a dar doctrina es de paletos, francamente. Más señor fue Tacho Benet, la sombra buena de Roures, con corbata desde el principio, sin disimulos, que no hay por qué.

         Y, en fin, que esas malísimas lenguas me dicen que el ambiente fue muy distendido y con muchísimas bromas afables; por ejemplo, que Roures anunció desde el púlpito que ‘Público’ no es el periódico de Zapatero. Juassss. Por ejemplo también, que Nacho Escolar dijo que no habría editoriales porque ‘Público’ es una entidad jurídica, y las entidades jurídicas no tienen opinión. Juassss. Bueno, menos mal que nuestro queridísimo diputado aragonés -y lo digo en serio- José Antonio Labordeta tiene columna de opinión. Claro, que Labordeta es una persona, no sé si jurídica o no, pero sí sé que es una persona... y un señor. 

         Pero, en fin, que yo me sigo quedando con Tip y Coll y sus diálogos hilarantes. Por cierto, ¿recuerdan ése que uno le preguntaba al otro: "¿Cómo se dice en francés mirar la tontería?" y el otro le respondía: "Regarder la gilipolluá"?. Pues eso, que no hay nada como saber idiomas.
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