red.diariocritico.com

El sentido común de Duran

No es la primera vez en  que la actuación de Josep Antoni Duran i Lleida atrae la atención de todos medios de información y de poder político. Ni será la última, porque es un estratega de larga proyección al amparo  -curiosamente, por su rareza- de la lealtad a sus principios ideológicos, por mucho que se hable de su  sagacidad sinuosa y  de sus reservas: probablemente de no ser así no hubiera mantenido su liderezgo y su peso en la política catalana durante tantos años porque, es fuerza reconocer, sobrevivir con un aliado como Pujol es toda una proeza.

Lo que diferencia el toque de atención de Durán a sus socios federados es que, a diferencia de otros desencuentros anteriores, ahora exige una aclaración de gran calado ideológico al referirse al contenido de la “refundación del catalanismo” propiciada por Mas, que abundando en errores anteriores, pretende recuperar al electorado que votó a ERC y que él considera que corresponde a CIU si presenta un proyecto soberanista aunque sea sine die. En esto se demuestra que Mas es más maniobrero e inteligente que Ibarretxe, pero le ha faltado ese mínimo de  comunicación  exigible entre unos socios que llevan más de veinte años en un proyecto común con un buen resultado global.

La razón de esa exigencia de comunicación, incluso de consulta, con el lider de UDC radica en que la anunciada refundación del catalanismo se ha quedado en el mero enunciado público sin ninguna concreción  -hay que entenderlo así- en cuanto a sus contenidos y alcance, pese a constituir el fundamento del programa de la federación. Por esto se carga de sentido común Durán cuando reclama una moratoria en su designación como candidato de CIU en las legislativas próximas hasta tanto se le aclare que es eso de “refundar la casa común del catalanismo”: si se trata de una idea matriz o, por el contrario, se piensa en una apertura de CDC a cualquier sensibilidad catalanista, lo que sin duda desnaturalizaría el proyecto.; si la renovación del objetivo nacionalista supone un escenario de tensión y enfrentamiento con Madrid o seguirá  la política de colaboración; si la proyectada refundación incluirá la transversalidad para alcanzar un consenso sobre el futuro de Cataluña, o se lo guisarán y comerán los nacionalistas a solas.

La cuestión que plantea Durán es de un enorme calado político, para Cataluña y para España. El mayor defecto del Estado de las Autonomías y de su regulación constitucional es su naturaleza abierta y los escasos y lejanos límites que presenta para impedir la desintegración del Estado español, que es mucho más que una institución  construida al amparo de las escuelas kantianas del siglo XVIII. El Estado no solo es una unidad social políticamente ordenada, sino que en el caso de las entidades con larga existencia histórica, es una comunidad organizada para la convivencia sobre una base territorial determinada: no se puede romper caprichosamente para satisfacer las ambiciones de poder de determinados políticos.

Las circunstancias del momento, especialmente la proximidad de unas elecciones generales, añaden a la ya tensionada situación política nuevos elementos de alteración, entre los que no son infrecuentes las apuestas populistas de los partidos políticos. Pero cuando éstas se refieren a los fundamentos de la convivencia, es necesario exigir a los políticos un poco de sentido común y sosiego y toda la claridad que requiere cualquier apuesta política de trascendencia.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios
ventana.flyLoaderQueue = ventana.flyLoaderQueue || [] ventana.flyLoaderQueue.push(()=>{ flyLoader.ejecutar([ { // Zona flotante aguas afuera ID de zona: 4536, contenedor: document.getElementById('fly_106846_4536') } ]) })