Desde hace algunos meses, los portavoces de economía del PP, Miguel Angel Arias Cañete y Vicente Martínez Pujalte, han dejado de repetir el eslogan, poco menos que el 'MATRA' que habían mantenido en los tres últimos años: Que la marcha económica durante la legislatura de Zapatero era pura inercia del período anterior, de cuando Rato dirigía los asuntos económicos, y que de un momento a otro llegaría el desplome irremediable, y que el final del buen ciclo acabaría, por sí solo, con el gabinete Zapatero.
Han callado los augures porque comprueban, mes tras mes y trimestre tras trimestre, que no termina de acabar el buen ciclo, y que la economía no sólo empeora, sino que proporciona los mejores datos en muchos de sus aspectos: el empleo sigue batiendo récords a la baja. La creación de empleo no se detiene, la inflación 'está como nunca', y la creación de producto nacional bruto o riqueza nacional registra previsiones al alza inevitablemente. El propio Zapatero, que suele dedicar escasa atención a los asuntos económicos, ha dicho ahora que "los datos son más optimistas que yo", y ha celebrado de antemano que "estamos más cerca que nunca de conseguir el pleno empleo": estamos por debajo del 8 por ciento y el crecimiento del PIB está previsto que suba este año del orden del 3,8 por 100. Y la inflación, tampoco había registrado un dato tan excelente en muchos años. ¿Hay quién dé más?
Claro que los hay. La capacidad adquisitiva de los españoles, el reparto de las excelentes rentas nacionales, las mayores atenciones sociales que el ciudadano reclama... Es evidente la formidable racha de beneficios empresariales, pero el ciudadano corriente no termina de beneficiarse de esas mejores rentas. Aún está por ver la generosidad del Programa de Dependencia. Y en cuanto a los servicios, acabamos de presenciar el deplorable caso del alumbrado barcelonés, en manos de empresas que de año en año mejoran sus cuentas, pero no terminan de prever casos como el del apagón de referencia, que posiblemente no se habría producido con un mayor nivel de inversiones.
Siempre se ha dicho que un gobierno resiste, salvo mayores complicaciones, si lo hace la economía. Y en base a esa creencia es fácil entender el silencio de los augures Cañete y Pujalte del PP, fatigados de proclamar que el ciclo bueno estaba llegando a su final y que ya se apreciaban los primeros síntomas. Pedro Solbes aporta tanta estabilidad y fortuna, o tanta suerte, a la marcha de los números nacionales, como el mismísimo Rato, a quien algunos de sus colegas habían elevado a los altares. Por cierto, que en unas recientes declaraciones, Solbes daba un capón a su antecesor: no le parecía serio que dejara un puesto de tanta relevancia como el del FMI sin causa justificada y no explícita.
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