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Hablando de cambios…

Hablando de cambios…

Hace unos días la senadora Cristina Fernández, intentaba disuadirnos para que no temiéramos a los cambios.

Al leer esto me vino a la memoria un viejo refrán: “El que se quema con leche cuando ve a una vaca llora”.

La relación entre las palabras de la senadora y el dicho  al que hice referencia, están estrechamente ligadas, nuestra experiencia así nos lo hace saber: Se nos dijo que con la democracia se come, se educa y se cura, verdad absoluta si las hay, pero sin embargo esta frase sufrió un cambio, así pues supimos que la hiperinflación “es un monstruo grande y pisa fuerte”, aún contra la voluntad y la intención de quien buscaba desde su gestión vencerla y no pudo, vaya uno a saber por qué oscuras razones. Lo importante de esto fue que el cambio de planes terminó golpeándonos.

Caímos después en la creencia de que seguir a alguien era garantía de no ser defraudado, segundo error, nuevamente se produjo un cambio y otra vez más sufrimos sus consecuencias. Pasamos de las relaciones carnales con la más poderosa de las naciones, a las relaciones descarnadas con los banqueros del mundo. De pasear por lugares soñados disfrutando un supuesto peso de valor equivalente al dólar, a tener que vivir cotidianamente la  aventura peligrosísima de llegar a nuestro lugar de trabajo en un tren destartalado o en un colectivo “trucho”.

Se nos presentó una nueva oportunidad, esta vez buscamos asegurarnos, una alianza prometía un futuro mejor: “Si somos gobernados por personas de diferente partidos políticos, tal vez logremos que todos persigan el mismo fin: salir de la crisis con el menor costo posible” pensamos,  y otra vez los cambios sobre la marcha nos dejaron con la esperanza trunca. Pasamos de  confiar en lo bancos el cuidado de nuestros esfuerzos y la esperanza de asegurarnos una vejez sin aprietos, a ver, en cambio,  como nuestros ahorros se esfumaban de la faz de la tierra, de las garantías bancarias nadie supo, eso sí quien debía dólares, dólares pagaría de por vida, a ello estaba obligado por ley, una ley que supo discriminar a quien protegía.

Esta vez sentimos que nos cortaban las alas, pero esta sensación nos duró poco, nuevamente confiamos y aquí estamos, intentado encontrar los cambios tan deseados, pero se nos hace imposible de creer que podamos alcanzarlos cada vez que vemos, azorados, como se intenta justificar actitudes injustificables, olvidos injustificables  y manejos de dinero público de manera injustificable,  en especial cuando quien da las explicaciones es un funcionario de primera línea a través de argumentaciones infantiles, vacías de verdad y tímidamente elaboradas con la mirada puesta en el mensajero.

Yo le digo a la senadora que trate de ayudarnos a volver a creer, a ser testigos de la verdad por dura que sea, a no temer más a ser engañados , a comenzar a andar el camino seguro de lo cierto y no el sendero empedrado de aquello que se oculta por ser políticamente incorrecto y  éticamente vergonzante.

Es la verdad el cimiento más firme sobre el cual podremos construir la patria que soñamos y en cuya construcción ponemos, día a día, nuestro mayor esfuerzo.

Como pueblo esperanzado no tememos a los cambios, pero sí a ser traicionados en nuestra buena fe por aquellos en quienes depositamos nuestra confianza a través del voto.

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