El síndrome de Arafat

Se decía del desaparecido Yasser Arafat que "nunca había perdido la oportunidad de perder una oportunidad". Oportunidad, para lograr la paz. Ni siquiera el Nobel (compartido con Rabin) trajo la soñada paz a la desgarrada Palestina. Su heredero, el presidente Mahmud Abbas, lo ha intentado pero el destino ha querido que ya no estén en sus manos los hilos que mueven el cambio en aquella tierra. Es Hamás, el grupo islamista armado, terrorista, quien obtuvo el respaldo de la mayoría en las urnas. De hecho, su líder, Ismail Haniya, depuesto primer ministro, se ha hecho con el poder real en Gaza. La comunidad internacional, con Washington a la cabeza, apoya a los herederos de Arafat frente a sus enemigos de Hamas.

   Tal y como están las cosas, se abre paso la idea de separar Cisjordania de Gaza creando un enclave palestino "seguro" en el Norte, alejado del avispero del Sur, en la Franja. A Israel le viene bien todo lo que sea división entre los palestinos. A los palestinos les vendría bien darse cuenta de que la violencia entre ellos y hacia sus vecinos judíos no conduce a nada. Mejor dicho, conduce a mantener abiertas de par en par las puertas del dolor, la miseria y no pocas veces, la muerte. Están perdiendo la enésima oportunidad, se diría que son víctimas del "síndrome de Arafat".