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Podemos sonreírnos

Podemos sonreírnos

En esta sección hemos publicado temas vinculados a la literatura, la poesía, la ética, la vida. Hemos citado dramaturgos, cineastas, creadores maravillosos. Hoy se me ocurrió algo más ligero pero simpático: que usted sonría con algunas anécdotas que generaron mitos, leyendas y conversaciones de sobremesa. Lo cual no es poco. Hay más, hay muchas otras que son superficiales o poco creíbles.  Preferí seleccionar éstas para que usted, frente al cognac o  al café con leche, frente al jugo de naranja y su copa de borgoña, pueda intentar tener un día en que no sienta sobre su cabeza la corrupción, la hipocresía, la imbecilidad cotidiana, la falta de escrúpulos, el autoritarismo, el robo organizado de una corona que va rotando, que va rotando…

 Churchill
Durante una gala Lady Astor le comentó a Winston Churchill, a causa de su carácter: “Si fuera mi esposo, le habría envenenado su café”. Churchill, la mira y le responde: “Si usted fuera mi esposa, lo hubiese tomado”.

 Disraeli
 Benjamin Disraeli, célebre Primer Ministro británico durante el siglo XIX, tenía un contrincante feroz, William Gladstone, con el cual discutía constantemente. En una oportunidad le preguntaron la diferencia entre algo calamitoso y algo desafortunado. Respondió: “Si Gladstone se cayera al Támesis seria desafortunado, pero si alguien lo sacara sería una calamidad”.

 Jorge IV 
Al morir Napoleón un mensajero le llevó una carta con la noticia a Jorge IV. La carta contenía el siguiente texto: “Su Majestad, su peor enemigo ha fallecido”, Jorge IV se levantó y preguntó con mordacidad: “¿Qué le ha pasado a mi esposa?”.

 Einstein
Durante el nazismo Einstein, al ser judío, debió  soportar injurias permanentes pues deseaban desprestigiar sus investigaciones. Uno de estos intentos consistió en compilar opiniones de cien científicos que contradecían su pensamiento. El libro se publicó con el nombre de Cien autores en contra de Einstein. Al ver su título, distraídamente, dijo: “¿Por qué cien? Si estaría errado haría falta sólo uno”.

 Voltaire 
Un amigo extremadamente rico del famoso escritor y pensador Voltaire se encontraba ahogando sus penas en la bebida a causa de un problema del corazón. Tras describirle lo ocurrido su amigo le comenta: “Fue un gran error, no debería haberle confesado mi verdadera edad, tendría que haberle dicho que sólo tenía cincuenta años. Ahora ya no tengo oportunidad.” A lo que Voltaire le responde: “Al contrario, mi amigo. Tendrías que haberle manifestado que tenías ochenta″.

 Reina Cristina
 Tras comunicarle la decapitación de su esposo a Cristina,  Reina de Suecia a mediados de 1600,  realizó la siguiente pregunta: “¿Y con su cabeza qué han hecho?” A lo que el sirviente, indignado, respondió: “La enterraron aparte del resto de su cuerpo, su Majestad” Prontamente la Reina replicó: “Me parece correcto, cuando se encontraba con vida nunca supo que hacer con ella”

 El payaso preocupado
Johnny Patterson fue uno de los personajes más queridos de Inglaterra gracias a su personaje de payaso el cual interpretó durante décadas. Ya muy anciano y en su lecho de muerte el doctor que lo estaba revisando le dice: “Johnny he terminado, te veré mañana” Con una picara sonrisa el payaso le responde: “Sí, eso seguro doctor… la cuestión es si yo lo veré a usted”.

 Hablando correctamente
Un caso de infidelidad que pasó a la historia ya que durante el juicio la audiencia estalló en carcajadas al escuchar lo ocurrido. Fue entre el reconocido lexicólogo del siglo XIX Émile Littre y su esposa. Su bella mujer  entró a la habitación de ambos, sin siquiera haber llamado a la puerta, y encontró a su marido arriba de la criada. La mujer del lexicólogo dijo: “Émile, estoy realmente sorprendida” Su infiel esposo, sin poder dejar al lexicólogo de lado le respondió: “No amor, tú estás asombrada. El sorprendido soy yo”.

 Eisenhower
Durante gran parte de su presidencia Eisenhower en vez de realizar las reuniones de manera formal lo hacía jugando al golf. Unos pocos meses antes de abandonar su cargo un periodista le preguntó si seguiría jugando al golf tras dejar de ser presidente. Eisenhower le respondió: “Bueno, sí. Sólo que más gente comenzará a ganarme a partir de ese momento”.    Carlos Penelas / Buenos Aires, mayo de 2007

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