Tremendo. Esto está siendo tremendo. Alguien tiene que salir urgentemente a explicarlo. Quizás tuviera que 'dar la cara', Carlos Arenillas, el muy polémico vicepresidente de la CNMV, que ha sido ‘cazado’ en un 'negociete' en Intermoney con el ex 'asesor áulico' de ZP en La Moncloa y hoy candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid, Miguel Sebastián, y con David Vegara, actual secretario de Estado de Economía --Arenillas también ha sido 'pillado' en una trampa menor, pero muy efectiva: una suculenta cuenta gastronómica--. Quizás tuviera que comparecer Solbes; quizás tuviera que salir a dar explicaciones el propio Zapatero... Alguien tiene que decir algo hoy mismo, ya. Y ese silencioso David Taguas, sucesor de Miguel Sebastián al frente de la Oficina de Planificación Económica de La Moncloa, habría igualmente de alterar su vocación de clandestinidad, recordando que también él, hombre hermético y distante donde los haya, recibe su sueldo del contribuyente. ¿O es que el contribuyente no tiene derecho a tranquilizarse tras los graves síntomas de que el organismo que debería velar por la pureza de los mercados de valores en España tiene agujeros, manipulaciones, interferencias que llegan hasta el mismísimo palacio presidencial, como ha denunciado el aún presidente de la Comisión, Manuel Conthe?
Zapatero, a quien creemos una persona de honradez acrisolada, tiene un defecto ya conocido: de los entresijos de la economía no entiende nada. Se coloca en manos de la mentada Oficina más que en las del vicepresidente económico, Pedro Solbes, que por cierto menudo papelón que está jugando en este enredo. Y ZP no puede permitir el surgimiento de una ‘beautiful people’ como aquella capitaneada, recuerdan, por Mariano Rubio, luego gobernador del Banco de España, luego carne de banquillo. Que el vicepresidente de una Comisión teóricamente independiente como la CNMV sea el marido de una ministra –hoy en foco por los ataques que sus planes para el Bachillerato reciben desde el PP— no contribuye a esa tranquilidad que preconizamos. Todo lo que ha ocurrido, tampoco. Lo que entrevemos entre bastidores, menos.
Y todo esto pasa en el mismo día en el que se produce el 'crack' bursátil del ladrillo, con el hundimiento de la sobrevalorada Astroc (su presidente, Enrique Bañuelos, ha echado la culpa a Amancio Ortega del hundimiento de la empresa por la entrada de Pontegadea en el capital social). Un desplome inmobiliario que, según algunos, vaticina a medio plazo el corte en seco del crecimiento de España (no en balde la construcción ha sido el primer motor económico nacional) y cuando esta situación hará más necesaria la llegada de dinero del exterior. Pero los inversores extranjeros se lo pensarán más de dos veces antes de meterse en un mercado donde el órgano regulador está puesto en evidencia.
Si (
No(
