De médicos y boticarios

Muchas de las divergencias que pudieron existir en un pasado reciente entre médicos y farmacéuticos han quedado solventadas. Al menos esto es lo que se desprende después de una intensa jornada-debate sobre prescripción por principio activo, organizada por Medical Economics, cuyo director de conferencias es el doctor Guillermo Sierra. Este acreditado cirujano y mejor político pidió respeto a la prescripción de los clínicos, ya que según razonó se trata de un derecho de los ciudadanos a ser atendidos de acuerdo con los mismos medios puestos a su disposición.

Las conocidas presiones que están recibiendo los facultativos por parte de algunas Administraciones autonómicas, para que las recetas vayan por principio activo y no por marca de medicamentos genéricos, fue una cuestión que abordó directamente el doctor Jesús Aguirre, vicepresidente de la Organización Médica Colegial y médico de atención primaria en la provincia de Córdoba. Digo que es conocido, porque hay un programa de incentivos que ha puesto en marcha desde hace ya algún tiempo la Consejería de Sanidad andaluza, que dirige María Jesús Montero, en el que se ofrece ciertas cantidades a los médicos por prescribir por principio activo. Como dijo Aguirre, esto es tan rechazable como los que ofrecen algunas industrias farmacéuticas. La versión de los farmacéuticos, en esta jornada-debate, la ofrecieron los farmacólogos Jesús Honorato y Alfonso Domínguez que coincidieron en señalar que no siempre el medicamento más barato es el que origina los mayores ahorros en el gasto farmacéutico.

La pregunta clave es si los medicamentos con el mismo principio activo son equivalentes terapéuticamente. La respuesta a este interrogante, lógicamente, cuestiona la intercambiabilidad de los medicamentos con el mismo principio activo. Además, uno de  los “efectos secundarios” de prescribir por principio activo es que no siempre el farmacéutico da la misma marca de medicamento al paciente, por varias razones, como una alteración en la forma de la pastilla o un cambio del color de la caja. Y esto genera confusión, fundamentalmente, entre los de más edad.

Aunque el acierto de esta sesión fue abordar desde las dos perspectivas –médica y farmacéutica-, muchos de los presentes comentaban que todavía se está muy lejos de conseguir que las recetas del Sistema Nacional de Salud incorporen una casilla en la que el clínico consigne su decisión sobre la posible sustitución del fármaco prescrito por otro.