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Más que palabras. O bombas o motos

Más que palabras. O bombas o motos

La aparición de ETA en escena se produjo según lo esperado: coincidiendo con la celebración del Aberri Eguna y también, como era previsible, con la banda mostrando una vez más su auténtico rostro: el de una organización terrorista que ve lejano el fin de la lucha armada y que reconoce que la tregua era solo un instrumento en su estrategia de muerte y destrucción. Tenían razón pues quienes desconfiaban, quienes vieron una repetición de la jugada de la tregua del 98, que se definió con acierto como la "tregua trampa". Josu Jon Imaz lo ha dicho alto y claro: "ETA ha dejado pasar el tren para acabar con la violencia y llevara al abismo el proyecto político de  Batasuna". Tiene razón el líder del PNV como también la tiene José Blanco cuando afirma que aquí solo hay dos caminos "O bombas o votos", pero no es suficiente.

   Las palabras han de ser completadas con hechos y sí es verdad que ha sido ETA y sólo ETA la responsable de que el proceso de paz salte por los aires, no lo es menos que el Gobierno y especialmente el presidente que ha sido el abanderado de este mal llamado proceso de paz, se ha dejado tentar por los cantos de sirena de quienes le animaban a pasar a la historia de España como el presidente que fue capaz de terminar con el ultimo reducto terrorista que queda en Europa. Rodríguez Zapatero ha sido deliberadamente ambiguo después del bombazo de Barajas, ha sido condescendiente frente a las provocaciones del entorno radical y ha tomado decisiones muy contestadas, tanto por un sector importantísimo de su propio partido como por la mayoría de los ciudadanos escandalizados por  el trato de favor hacia de Juana Chaos.

   Si el presidente tenia alguna duda sobre que ETA y Batasuna son lo mismo -con la salvedad de que son los de las capuchas y las pistolas quienes mandan sobre los que dan ruedas de prensa a cara descubierta- solo tiene que mirar lo que José Maria Ridao ha definido en un brillante articulo como "retrato del gudari con paraguas". Esa imagen de Arnaldo Otegui protegido de la lluvia por el paraguas que sostiene un joven desconocido, en el momento de tomarse la fotografía, pero que ha resultado ser integrante del comando terrorista, recientemente desarticulado, que esperaba la orden de matar es toda una metáfora. ¡Qué magnífica metáfora para constatar que la izquierda abertzale -ahora como siempre- ha actuado bajo el sinistro cobijo de quines defienden sus ideas poniendo de rodillas a quines no piensan igual y descerrajándoles un tiro en la nuca. Con tales hechos y después de que la banda pretenda y lo diga claramente imponer a tiros la presencia de un partido político bajo ese nombre o con el disfraz de las agrupaciones electorales aquí solo cabe la aplicación estricta de la ley de partidos y la unidad de los demócratas.

   Los dos grandes partidos políticos deberían escuchar la voz de la calle y hacer una profundísima reflexión sobre su errónea estrategia de tirarse a la cara la lucha antiterrorista. Ha pasado la hora de la brocha gorda y el pincel fino no admite términos de grueso calibre como traición, rendición o claudicación cuando los malos siguen fieles a su estrategia, están rearmados, tienen las dianas preparadas con los nombres y apellidos de valientes defensores de la libertad y se sienten crecidos. "O bombas o votos". ¡QUE ASÍ SEA!

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