El paripé de Griñán y la mofa socialista

Bueno, vamos a ver si nos aclaramos porque algunos están diciendo tantas tonterías que esto parece una astracanada. Que no nos cuenten más milongas. Resulta que el ex presidente de la Junta, Pepe Griñán, dimitió de su cargo el 27 de agosto de 2013 para que, según sus propias palabras, la institución que presidía no se viera afectada por el escándalo de los EREs fraudulentos una vez que la juez Mercedes Alaya preimputara en el caso tanto a él como a su antecesor, Manuel Chaves. Con el fin de que no fuese Alaya quien le llamara a su despacho del Juzgado número 6 de Sevilla sino el Tribunal Supremo, la nueva presidenta de la Junta, Susana Díaz, decidió nombrar a su antecesor senador en representación de la comunidad. Y Griñán se fue a Madrid a ocupar el cargo, como Chaves se había ido dos años antes llamado por Zapatero. 

Es decir, que una vez celebradas nuevas elecciones autonómicas y constituída la nueva Cámara, los partidos presentes en la misma deben decidir qué diputados electos en los últimos comicios serán quienes ocupen el puesto de senador por Andalucía. Y Griñán, que yo sepa, no fue elegido en ninguna lista el pasado 24 de marzo, así que tendrá que dejar el cargo más pronto que tarde, le guste o no. Eso de ir de coño honrado vendiendo películas sobre su honorabilidad solo se lo tragan quienes no conocen el paño con el que los andaluces llevamos jugándonos los cuartos desde hace más de treinta años. Por ello cuando se ha armado el revuelo informativo que se ha armado al decir Pepe Griñán a "El país" que iba a dejar su puesto de senador, yo me quedé de piedra, estupefacto, no había nada nuevo bajo el sol porque era algo evidente. No podía creeme que dijeran que esta dimisión era una especie de sacrificada renuncia personal para conseguir que Ciudadanos o Podemos abriesen la puerta a la investidura de Susana. Increíble. Pues claro que tiene que dejar el escaño en el Senado, ni que Susana tuviera la potestad de conceder escaños vitalicios. Era lo único que le faltaba a nuestra embarazadísima presidenta.

Así las cosas, el paripé de Griñán ha sido el verdadero leitmotiv para que el PSOE montará todo un espectáculo circense dando a entender que la dimisión de Griñán entra dentro de sus renuncias y cesiones a la oposición, de su buena disposición para lograr acuerdos de Gobierno. Hasta ahí nada que objetar, cada cual vende su película y su burra como mejor le plazca siempre que haya quien la compre. Otra cosa es que una buena parte de los medios de comunicación y la inmensa mayoría de los tertulianos de la capital, analfabetos en todo y expertos en la nada, hayan picado el anzuelo como vulgares pardillos. Ciudadanos, a quienes se les está viendo demasiado el plumero de querer pisar moquetas cuanto antes, considera que, con este amago de dimisión, Susana ha cumplido las condiciones previas para que se abstengan en el Pleno de Investidura del próximo 7 de mayo.

La cuestión es que con esta pantomima, Griñán mata dos pájaros de un tiro. Por un lado queda como un estadista preocupado por la gobernabilidad de su pueblo pese a tener que renunciar a su escaño, y por otro deja a los pies de los caballos a su enemigo íntimo, el pobrecito de Manuel Chaves, quien, ahora, tendrá que decidir si deja su puesto en el Congreso o aguanta hasta que Rajoy convoque elecciones generales y agota la Legislatura. Si la venganza es un plato que se come frío, es evidente que Griñán ha sabido esperar el tiempo suficiente para vengarse de su predecesor. 

Con la extemporánea y falsa renuncia de Griñán y la segura no inclusión en las próximas listas electorales ni de éste ni de Chaves ni de Zarrías, Susana y Pedro Sánchez ponen fin a toda una época en el socialismo hispano. Ya solo les quedará el mítico Felipe González como asesor aulico para dirimir disputas internas y decidir quien o quienes deben ser los que conduzcan al depauperado socialismo a una nueva etapa.