red.diariocritico.com
El móvil y las salas de espera

El móvil y las salas de espera

Por Pascual Hernández del Moral.
viernes 06 de marzo de 2015, 01:02h
Por muy prácticas y baratas que sean esas maquinillas de pelar, de que disponen hoy casi todos los jóvenes, he de decir, para mi castigo, que yo sigo yendo a pelarme al BARBERO, no peluquero como dicen hoy los cursis. Mi barbero es un hombre de cuarenta años, más o menos, que heredó el oficio y la barbería de su padre, a quien se le enseñó el oficio su abuelo. Es, pues, un barbero de tercera generación, lo que le da solera y prosapia.
 
Y en la barbería, antes, estaban las revistas pasadas de fecha, con temática de fútbol, de coches y, cuando el régimen levantó la mano, de mujeres livianas ligeras de ropa. Se hablaba y se discutía de casi todo, y lo mismo se criticaba al Madrid por haber perdido un partido que se elogiaban unos naturales de Diego Puerta, o un desplante de El Cordobés, o se celebraba, un suponer, el esplendoroso cuerpo con que natura benefició a la andujeña que se casó con Manolo Otero, el "cantante que recitaba", según las malas lenguas. Como no estaba bien visto el pelo largo en los hombres, aunque en los mozalbetes se toleraba con cierta condescendencia desde la explosión de los Beatles, la visita a las barberías era relativamente frecuente, por lo que jugaba el papel de ágora social y casi política, que contribuyó al desarrollo mental del españolito medio.
 
En las PELUQUERÍAS (aquí sí) de mujer, la señoras iban con tiempo para sentarse, hojear y ojear las revistas "propias de su sexo" como se decía antes, que al cabo de unos días, aparecían con las primeras páginas arrancadas, desencuadernadas, las puntas enrolladas... como consecuencia de la soba de las clientas lectoras. Cuando los mentideros de los pueblos se vinieron casi abajo por deserción de las jóvenes, las peluquerías asumieron su función. Era lugar de reunión para criticar a las vecinas de costumbres ligeras, o de moral distraída, siempre con palabras veladas y sobreentendidos, que alegraban a las comentaristas de lengua bífida.
 
Otro lugar que servía para charlar y criticar era las CONSULTAS de los médicos. Se volvía a repetir el esquema de revistas de las "pelus", aunque aquí se mezclaban las frívolas con alguna que otra de temas médicos, que nadie miraba, y que se mantenían incólumes con el paso del tiempo, señal de que los temas "técnicos" interesaban más bien poco al personal.
 
Estas reflexiones sobre las barberías, las peluquerías y las salas de espera de los médicos se me han venido hoy, mientras esperaba una consulta para mi hijo Mario. Ya había cuatro personas esperando su turno, y luego llegaron otras tres más. Hay en el consultorio en cuestión pocas revistas, quizás porque han comprobado que nadie las hojea. Al llegar, nos saludamos con un frío, aunque cortés, "buenos días", en voz más bien baja, como si no quisiéramos molestar. E inmediatamente, cada uno sacó su MÓVIL, que de vez en cuando avisaba de la llegada de un guasás, y se puso a leer mensajes, a jugar con él, o a leer los periódicos, lo que los aisló completamente del entorno. Y recordé que en mi barbería, que sigue ofreciendo periódicos y revistas que casi nadie lee, los clientes también están pendientes de su móvil. De manera que la sala de espera es un "templo de silencio", salvo los avisos de guasás, que esos se dan en todos sitios. De vez en cuando, pero pocas veces, suena el teléfono de alguien, y con voz muy baja, el llamado dice: "Ahora no puedo hablar; llámame luego", lo que yo agradezco sobremanera porque no quiero tener la necesidad de seguir la conversación de nadie. Alguna vez, cuando alguien no ha tenido la prudencia y el buen gusto de ahorrarnos su conversación, me ha servido de entretenimiento imaginar las intervenciones del interlocutor telefónico. Intente hacerlo, y verá qué divertido es.
 
Es una lástima que se hayan perdido esas clásicas conversaciones de las peluquerías y de las barberías. Ya no se habla del fracaso del Madrid y de su empate de la semana pasada, ni de la espléndida moza Irina Shayk, en vías de ser sustituida por la presentadora mejicana de buen ver, ni de los devaneos del rey Juan Carlos, ni de política, por si acaso...De los toros, ni hablar, porque no es políticamente correcto.
 
Yo, que soy viejo, echo de menos esas ágoras de debate. Ahora que estamos en fase de votación política permanente, me gustaría que mis colegas de barbería contaran algo de Susana Díaz, de Teresa Rodríguez, o de Juanma, y si es divertido o picante, mejor.
 
Y no me preocupa no ser políticamente correcto, ya ven.
 
Pascual Hernández del Moral.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios
ventana.flyLoaderQueue = ventana.flyLoaderQueue || [] ventana.flyLoaderQueue.push(()=>{ flyLoader.ejecutar([ { // Zona flotante aguas afuera ID de zona: 4536, contenedor: document.getElementById('fly_106846_4536') } ]) })