Por
Pascual Hernández del Moral.
viernes 30 de enero de 2015, 11:11h
Ahora que se acaba la cuesta de enero, voy a
permitirme la libertad de ocuparme de cosas triviales, a ver si sirve para que
nos olvidemos de tanta elección, de tanto berrinche y de tanta traición de los
compañeros de partido; y consigo arrancarles una sonrisa, que falta nos hace,.
Ya estamos en las puertas de los carnavales. De
hecho, en Río de Janeiro ya han comenzado las Escuelas de Samba a ensayar sus
enredos, que, como cada año, servirán de atractivo para turistas, y llenarán de
público el "sambódromo" de Sapucaí. Magnífico espectáculo de música y color,
los desfiles carnavalescos tienen su origen en los desfiles que realizó
espontáneamente el pueblo en 1808, cuando la familia real portuguesa llegó a la
capital carioca huyendo de las tropas de Napoleón. Cada año, los grupos han ido
esmerándose en vestidos y músicas hasta llegar a la brillantez de hoy. A pesar
de que los desfiles se hacen en Sapucaí, cada vez más se va recuperando el
"carnaval de rúa": un grupo de amigos, o de vecinos cantan, bailan y beben por
las calles, con el buen humor, la alegría y la espontaneidad que caracteriza al
pueblo carioca. Y se reúnen cientos de miles de personas en Copacabana, como se ve en la foto, en Ipanema o en
cualquier barrio, y no paran de tomar cachaza y cerveza hasta donde no está en
los escritos.
En Sao Paulo se celebra de manera parecida a
Río, pero en otras ciudades, el carnaval es diferente: el maravilloso de
Olinda, en Pernambuco, el de Vitoria, o el de las ciudades del sur (Curitiba, o
Porto Alegre) tienen notables diferencias con el carioca. Pero de todos, el que
es especialmente atractivo es el de Salvador de Bahía. Comienza a celebrarse
seis días antes del miércoles de ceniza. Es totalmente callejero y los "foliões"
sólo tienen pensamientos para el baile, la música, la diversión, la cachaça y
la cerveza. En Bahía hay carnavalescos que se rigen por el rito de "yoruba", y
que van acompañando a las "batucadas"(orquestas de percusión solamente) y a los
"trios eléctricos" (camiones con cantantes montados, que tocan y cantan a todo
volumen) por las calles del barrio antiguo de la capital, en la Ciudad Alta, o en
los alrededores de la plaza Castro Alves. Los que se han comprado la camiseta
del trio, que se llama "abadá", van bailando detrás del camión, en un espacio
acotado por el cordão, unas sogas que los separan del público general. Aunque
también hay "camarotes", la gente se agrupa en los "butecos" o en las barracas
para gozar de los carnavales. Y les puedo asegurar que la bebida no falta.
¿A que ya comienza a tener sentido el título?
Hombre, si hay cientos de miles de personas bebiendo sin tasa, lo normal es
que, de vez en cuando, entren urgencias para aliviar las vejigas. Es lo normal
que en estas concentraciones se provean en lugares estratégicos retretes
portátiles, que alivien las urgencias de los "foliões". Pero desde el día 28 ha
entrado en vigor en Salvador de Bahía una ley específica QUE CASTIGA A LOS MEONES DE CALLE con más de dos mil reales, o
sea, más de seiscientos cincuenta euros (¡cara meada!), que aplican una serie
de "vigilantes del pipí". Esa norma, tendrá sin embargo, un periodo de tregua:
durante el carnaval, y en las calles por las que desfilan los tríos, se podrá aliviar cuando surja la necesidad,
sin riesgo de ser multado. Yo he visto a las chicas haciéndose un corralito,
intentando tapar a la compañera meona, si es que tenía un poco de recato, para
taparse. Así como los hombres mean de pie, las hay a las que la urgencia le
gana al pudor, y alivian donde y cuando les urge. El pasado año, fueron
multados 720 meones callejeros. Este año han preferido las autoridades no poner
en riesgo la integridad física de los inspectores, que corren riesgo de ser
agredidos por los "foliões", animados por la cerveza y por la urgencia
mingitoria. Además, así los inspectores mingitorios
podrán dedicarse a vigilar cosas más importantes. Eso sí, los que meen en las
calles de fuera del circuito, serán reos de multa, por infracción penal
gravísima, ya que mear en la calle se considera "crimen de atentado al pudor".
Puede parecer una tontería, pero la Empresa
Municipal de Limpieza de Bahía calcula que se generan 16 millones de litros de
orina durante los carnavales, y sólo 4,8 millones son recogidos en urinarios.
El resto, se evacuan directamente en la calle. Y hace unos años, el
ayuntamiento de Bahía gastó cera de 500.000 reales en recuperar un viaducto
cuyas pilastras, que eran lugar frecuente de meadas, estaban desgastadas por la
acidez de la orina.
Ya lo ven, amigos; este año, en Salvador de
Bahía y en las calles del circuito de carnaval, se podrá mear dónde y cuándo
surja. Todo sea por el bienestar de la ciudadanía, y para ello, no les hace
falta Podemos.