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Miedosos, egoístas y cobardes

Miedosos, egoístas y cobardes

Por Pascual Hernández del Moral.
domingo 28 de septiembre de 2014, 00:44h
Ya sé, amigo Venancio, que alguno de los lectores puede enfadarse porque califique así al mundo occidental, pero es lo mejor que se me ocurre decirle, especialmente a los europeos, viendo sus reacciones sobre los hechos recientes. Vamos a ver:
 
Este es, por lo menos, el segundo brote de ébola que están sufriendo los países del golfo de Guinea. Hace unos años, en 1975 y 76, se produjo otra epidemia, con un alto índice de mortalidad, más del 90 % de los infectados, que ya demostró lo poco que se podía hacer en ese momento ante la extensión de la infección. En esa época, el virus se bautizó con el nombre del de un río, el Ébola, en el antiguo Zaire. Aparte de lo "periodístico" de la epidemia, nadie se preocupó de iniciar las investigaciones necesarias para dotar a la humanidad de un posible remedio. Al fin y al cabo, la infección se producía en África, que estaba muy lejos y no era previsible que llegara a Europa. Sólo los misioneros, querido Venancio, se atrevían a jugarse la vida para aliviar en lo posible los rigores de la epidemia.
 
Pero ahora las cosas han cambiado: la facilidad de las comunicaciones hace que posibles infectados se trasladen a Europa, y traigan con ellos el virus. ¡Y eso preocupa! Por su letalidad, puede ser considerado como un arma bacteriológica, y ser empleado en la guerra química. Por eso, cunde el pánico en los gobiernos occidentales, y se activan todas las alarmas en cuanto un viajero que viene de África presenta un cuadro de fiebre. Y otra vez, colega Venancio, sólo los misioneros siguen cuidando de los enfermos, con el consabido riesgo de infección y muerte. Ahí tenemos los ejemplos de los dos españoles infectados y trasladados a España, para ver si se podía hacer algo por ellos. ¡Y algún bellaco, malhadado y majadero tiene la desvergüenza, siendo médico formado en tu país, camarada Venancio, de preguntar al gobierno quién paga y cuánto cuesta trasladar a los infectados a España! ¡Bien podía demostrar su solidaridad con los parias de la tierra africana yéndose a ayudarlos! Pero para eso hay que tener muchos...
 
Desde 1976 hasta hoy han pasado 38 años, tiempo suficiente, colega Venancio, para que los laboratorios hubieran puesto en marcha investigaciones que podrían haber dado algún resultado, que disminuyera la letalidad la epidemia. Pero, claro, como los destinatarios de ese posible remedio eran (y son) pobres, no hacen rentable la investigación. Al ébola y al dengue, que son enfermedades de la pobreza, no se les presta atención, Venancio amigo, hasta que los países ricos corren el riesgo de contagio. Entonces la cosa cambia: el MIEDO y el EGOISMO son buenos acicates para la investigación. ¡Así funciona el mundo occidental!
 
Pues, ¿y el Estado Islámico y sus cortadores de cabezas? De los muchos errores cometidos por el mundo occidental, el más clamoroso fue animar las primaveras árabes, y no medir sus consecuencias. Acabar con los dictadores árabes, pero ojo, de los árabes pobres, no de los emiratos petroleros, y no cuidar de quiénes los sustituían, nos ha traído a esta situación.
 
El integrismo religioso no es nuevo. Recuerden, por poner unas muestras, lo sucedido en el Irán de los ayatolás, a Salman Rusdhie, la persecución a los dibujantes por las caricaturas del Profeta en periódicos europeos, a Boko Haram en África central, el sometimiento de la mujer en todos los países -digo todos, pobres y ricos- de la mujer a los hombres, la amputación genital que propugna el EI, y tantos ejemplos como se podrían aducir. Y nadie se había tomado en serio el problema, hasta que se  han comenzado a cortar cabezas de occidentales.
 
¡Ahora sí! Nos echamos las manos a la cabeza y nos preguntamos hasta dónde van a llegar estos asesinos. Los países europeos y EEUU se han unido en una "gran coalición" para frenar "al mal". Ya han comenzado los bombardeos que en su día no se hicieron en Siria, donde se demostró la COBARDÍA del mundo "civilizado". Dicen que van a destruir los centros de decisión del EI, pero, eso sí, sin poner los pies en el terreno, y animando a otros, árabes y kurdos, a ponerlos. Ningún soldado europeo se ensuciará las botas con el polvo del desierto. ¡Y esperan de esa manera acabar con el EI!
 
Y se olvidan de que son los propios países del mundo "civilizado" los que, vendiéndoles armas y comprándoles petróleo, están alimentando la bicha.
 
¿Qué mundo hemos construido? Un mundo de miedosos, egoístas y cobardes.
 
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