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Y nosotros, otros dos gravísimos

Y nosotros, otros dos gravísimos

Por Pascual Hernández del Moral.
lunes 08 de septiembre de 2014, 10:15h
Siguiendo con mi proverbial "optimismo", lamento ser de nuevo ave de mal agüero, amigo Venancio, y destacar DOS de los grandes problemas que España tiene: el separatismo catalán, y la inmoralidad de la mayoría de los políticos. Veámoslos un poco por encima, y empecemos por el último:
 
Que no hace falta que nadie me lo diga, camarada Venancio; que ya sé que no todos los que se dedican a la cosa pública son corruptos y sinvergüenzas. Es verdad que hay quien no ha metido la mano en el cajón, quien no ha colocado a su hermano o a su cuñado o a su amiga o amigo, que de todo hay; quien no ha colado de rondón a  su primo en un ERE, quien no ha cobrado nunca ni el tres ni el cinco, quien  no ha administrado ninguna caja B y se le han quedado propinas entres sus dedos, quien... De eso, sabemos todos; y en tu Cuba natal os tomáis taza y media de esta medicina. Y si alguno no ha mojado todavía, o es que es tonto de baba (lo que es muy posible) o es que no ha llegado a alcanzar un puesto en el que se toque "manteca colorá". Los que "han pillado" son la mejor invitación a seguir untándose, porque el sistema judicial, que debía haber sentado mano dura, llámense Bárcenas, los Gürteles -Camps,Costa...-, el principito consorte, los pujolets, Griñán, Chaves, Millet, Sepúlveda (la lista sería interminable), pongo por caso, se están escapando de rositas; y mucho me temo que seguirán riéndose de nosotros; el único que ha pillado algún cogotazo ha sido Matas (no muchos, porque diz que está enfermo y cumple condena en la enfermería) y su escribidor... amén de algunos cargos menores de la Junta.
 
"Porque en una aldea / un pobre mancebo / hurtó solo un huevo /al sol bambolea; / y otro se pasea con cien mil delitos: / cuando pitos, flautas / cuando flautas, pitos", que decía Góngora, don Luis.
 
Por eso, la gente en general reconoce lo imprescindible de la "regeneración democrática". Estamos todos tan hartos de los políticos, colega Venancio, que, nos vamos detrás del primer flautista de Hamelín que aparezca, llámese Pablo Iglesias II, Monedero (¡apellido evocador, vive Dios!) o Teresa Rodríguez. Aunque yo no me fío ni un pelo de ellos, entiendo el tirón que tienen por lo bien que salen en la TV, por su desparpajo, y porque prometen el cielo. Aunque "Prometer, hasta meter; una vez metido, olvidar lo prometido", como dice el viejo refrán castellano.
 
¿Y qué diremos del separatismo catalán? La próxima semana celebrarán el 14 de septiembre de 2014 los trescientos años de la derrota de los austracistas frente a los borbones con la caída de Barcelona. No se quieren enterar de que la Guerra de Sucesión española no fue de España contra Cataluña, sino que algunos catalanes se unieron a los que perdieron, especialmente porque el pretendiente Carlos los abandonó a su suerte, y no quiso saber nada, ni de España ni de Cataluña porque obtuvo un trono mejor. O sea, que en su "Diada", lo que conmemoran es una derrota. No sé de ningún  pueblo en el mundo cuya fiesta nacional conmemore una derrota sufrida, pero, qué le vamos a hacer, Venancio querido, cada pueblo es cada pueblo. Ya lo anunciaron las grandes cabezas pensantes del siglo XIX: el problema de Cataluña  envenenará España si no se soluciona (Azaña, Ortega, y otros "dixerunt"). Quienes crean que el problema del nacionalismo es de ayer, o de después de Franco, (al que, dicho sea de paso, veneraban muchos de ellos) se equivocan: yo llegué a Barcelona en el 68 del pasado siglo (¡cómo suena esa expresión!) y, por suerte, me incorporé a un ambiente catalanista; en él, desde siempre se soñaba con la independencia. No es, pues, un sentimiento nuevo; pero sépase que la dejación de la educación en manos de nacionalistas-separatistas, y la vergüenza de origen de muchos charnegos ha multiplicado por mucho a los independentistas; recuerda, compañero Venancio, que el inquisidor más cruel, Torquemada, era judío converso.
 
No sé si sacarán las urnas a la calle, pero no pararán en su empeño. Están convencidos de "su verdad". Ahí está el pebetero de la fosa común de las Moreras. Y si no es esta vez, será la siguiente, o la siguiente. Antes ya lo intentaron Maciá y Compans y acabaron mal, pero no ha servido de escarmiento. Tampoco va a servir el escupitinajo en la cara a Cataluña de todos los  Pujol, ni todos los enfangados en el 5 %. Pasarán de todo, y seguirán amargando la vida al resto de los españoles. Por eso, a lo mejor sería bueno que se cambiara la Constitución para permitirles votar... y que con su pan se lo coman, si los catalanes, los "viejos" y "els altres" se lo permiten; pero recuerden que pueden salir muchos pujolets más.
 
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