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La escena del sofá

La escena del sofá

viernes 18 de julio de 2014, 17:32h
Rajoy esta dispuesto a escuchar y en Moncloa están preparando, minuciosamente, el encuentro entre el presidente y Artur Mas para evitar el choque de trenes. El asunto es que hay límites y el presidente no puede saltárselos. Mejor dicho ni él ni nadie. Son los límites que marcan la Constitución, donde se deja claro que la soberanía nacional reside en el conjunto del pueblo español y cualquier cambio en la concepción de España compete a todos y no sólo a una parte. Fundamentalmente por eso, el llamado derecho a decidir es tramposo, porque bajo la apariencia de algo inocuo y que se vende muy bien como puede ser que los ciudadanos expresen su opinión lo que pretende es que lo haga sólo una parte y no el todo.

Si Mariano Rajoy cediera en un punto de tal magnitud, no sólo aceptaría una ilegalidad sino, lo que es peor, que también se le podría acusar de ser cómplice de tal desatino. De entrada no es lo mismo celebrar un referéndum en un sólo territorio que hacerlo en todo el país y los resultados variarían sustancialmente. De llevarse a cabo una hipotética consulta influirían muchos elementos, pero sobre todo el tipo de pregunta y ahí reside otro de los aspectos tramposos de Artur Mas.

Son muchos los que, desde hace tiempo, están intentando reconducir la situación, tendiendo una mano al presidente de la Generalitat para que tenga una salida, aunque su futuro político sea cada vez más incierto. El otro día un importante empresario catalán, en un almuerzo con un grupo reducido de periodistas, se lamentaba de que el president haya llevado a CiU a una situación de clara descomposición que puede convertir a la coalición en una nueva versión de UCD: "el gran error de Artur Mas ha sido asumir como propio el discurso de ERC y convertirse, como ha hecho, en su mayor propagandista. Esa estrategia no sólo le está costando una sangría de votos, sino que además retroalimenta a diario, la hoja de ruta de sus adversarios políticos". En todo este conflicto se han puesto demasiadas minas-trampa y una de ellas es la denominada ley de consultas que está ultimando el Parlamento catalán y que ha recibido, en su penúltimo trámite, la bendición de CiU, ERC, CUP e ICV cuyo propósito es disfrazar de legal la consulta del 9-N.

En ese tema llama la atención la posición, una vez más ambigua, de los socialistas, que han avalado el texto con el argumento de que puede ser una herramienta útil para hacer cualquier consulta, algo absurdo porque sólo hay una única e ilegal consulta en el horizonte. El PSC tiene ahora como líder a un socialista sensato, que no puede seguir instalado en el ser o no ser. O bien se es nacionalista o se es socialista y flirtear, continuamente, con los planteamientos ideológicos del nacionalismo, sea de derechas o de izquierdas le ha llevado al furgón de cola y a este paso puede llegar a ser irrelevante.

Sea como fuere el día "D" para el encuentro entre Rajoy y Mas está al caer y quien se la juega no es el Presidente del Gobierno por mucho que el desafío sea preocupante y no deba ser tomado como algo menor. Si esta vez, como hizo en el último encuentro, el Presidente de la Generalitat se empeña en que "estas son lentejas" no le dejará margen de actuación al anfitrión y las consecuencias del portazo serían imprevisibles. Esta no es una simple escena de sofá sino algo más... mucho más.
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