Hasta que la muerte nos separe
Por
Pascual Hernández del Moral.
lunes 16 de junio de 2014, 01:30h
Ya lo ves, querido Venancio, la fórmula que se
emplea para sellar el matrimonio católico, "Hasta que la muerte os separe", ha
servido para mantener unidos a muchos matrimonios, por amor o por conveniencia.
Como canta Melendi, ya casi nadie
aguanta la violencia de una parte, que suele ser el varón, sobre la otra.
Además, las leyes las protegen. Pero la fórmula continúa repitiéndose en el
sacramento, a pesar de que divorcios y separaciones aumentan a miles.
Digo esto, camarada Venancio, porque en la
asunción del cargo de Diputados Europeos por parte de los antisistema, los
fascio-comunistas, los independentistas-separatistas, los ácratas y los
"inconformistas" han vuelto a sacar los pies del plato: ellos no pueden jurar o
prometer el cargo como cualquier hijo de vecino, así, a la pata la llana: han
de ponerle a la promesa un estrambote para que se note que son diferentes: la
mayoría lo han hecho "por imperativo legal", la misma razón por la que los
españolitos pagamos los impuestos, o respetamos el código de circulación, por
ejemplo, que si no fuera por el "imperativo legal" ese, iba a pagarle a
Hacienda "Rita la cantaora". Esta coletilla se puso de moda en los diputados
que, "por imperativo legal", siguen chupando del bote desde hace casi veinte
años, como, un suponer, su señoría el doktor
Llamazares. ¿Te acuerdas, camarada, lo que dio que hablar la famosa coletilla
la primera vez que se usó? Hoy nos parece cosa de poca enjundia lo que entonces
nos escandalizó. Otros lo han hecho "como republicanos", que ya me dirás, amigo
Venancio, si la promesa de un republicano es más firme que la de quien no lo
sea. Salvo que lo digan por otras cosas.
Algunos le han puesto a la promesa fecha de
caducidad: "hasta devolver la soberanía al pueblo". A lo que se ve, compadre
Venancio, la soberanía está secuestrada por los representantes legales votados
en las últimas generales, y ellos, que representan a cuatro y el cabo, son los
que, de verdad, personalizan esa soberanía secuestrada. Se les olvida que
acaban de entrar en el sistema. O sea, como si fueran anti-taurinos que
torearan en plaza pública.
Otros han utilizado sus lenguas vernáculas
-gallego, catalán y vascuence- para prometer, asumiendo el reto de que no lo
entendiéramos el resto de los españoles a los que pretenden devolvernos la
soberanía, y representarnos en Europa, salvo que su representatividad la
limiten "a los suyos".
En todo caso, en mi humilde razón, creo que se
han equivocado de partitura. Porque no se trataba de asumir la representación
de sus votantes en las instituciones españolas, sino en Europa, donde no pueden
hacer gran cosa para devolverle al pueblo español esa "soberanía secuestrada",
y devolverle la "auténtica democracia". A lo que se ve, en el club europeo
aceptan a cualquiera...
Pero de todos los estrambotes, el que más me ha
gustado ha sido el de su señoría (creo que es el tratamiento que debe dársele,
mal que le pese, porque ya forma parte del sistema y cobrará de él) Pablo
Iglesias. Te lo copio más o menos literalmente, camarada Venancio, por si no lo
has oído: "Sí, prometo hasta que los ciudadanos de mi país la cambien para
recuperar la soberanía y los derechos sociales". Bien puesta la apostilla "de
mi país", no sea que vosotros los cubanos recuperéis vuestra soberanía y
vuestros derechos sociales, y su señoría se vea obligado a dejar el momio.
Cuando su país, que es el mío, recupere una
soberanía que, según su señoría, no tiene ¿qué hará él, que es Diputado
europeo? ¿Se irá y dejará el cargo para que lo cubra otro congénere? ¿U
obligará a disolver el Parlamento Europeo y a realizar nuevas elecciones, si es
posible, con carácter refrendario, sobre si Europa existe o no, si se deben
prohibir los partidos como la socialdemocracia o como los demócrata cristianos
y elegir miembros de un partido único?
Como cuando dos se casan, el ser eurodiputado
une al político a la cámara y la estructura "hasta que la muerte los separe".
Además, este nombramiento "imprime carácter": tras ser eurodiputado el ego se
infla, y vete a saber, colega Venancio, si no encontraremos a su señoría
diciendo aquello de "usted no sabe con quién está hablando".
Por cierto: ¿Qué va a hacer con las clases de
la universidad? No sé qué rango administrativo tiene, si es asociado, titular,
catedrático... pero tendrá que pedir excedencia, o compatibilizar dedicación y
sueldos. Al menos, su señoría trabaja por fuera, no como otros y otras...
Si nos ha de salvar, como promete, que no tarde
mucho. Aunque, como dice el refranero español, "prometer hasta meter; y una vez
metido, olvidar lo prometido."