¿Con quién hablaba por teléfono el presidente
Rajoy cuando fue reprendido por el diputado de IU señor
Concubiela por no estarle prestando atención? Por la Cámara corrió el rumor de que el interlocutor era
Pérez Rubalcaba, aunque no me consta que, en esos mismos momentos, el líder socialista estuviese también al aparato (lo que, por lo demás, tampoco sería extraño: también Rubalcaba ha caído en esa enfermedad del wasapeo constante, caiga quien caiga y lo que caiga). Ojala hubiese sido cierto: sé que el presidente del Gobierno y el secretario general del PSOE se hablan bastante -"no tanto como dicen", asegura Rubalcaba-y mantienen una buena sintonía en lo referente al diagnóstico del problema catalán, pero no, ay, en lo tocante a las soluciones: los socialistas insisten en que hay que reformar la Constitución para que en ella quepan algunas aspiraciones de los catalanes que se sienten representados por la Generalitat, mientras que el PP, oficialmente al menos, nada quiere saber de reformas en la Carta Magna.
Así que me parece que no hubo avance alguno en el larguísimo debate parlamentario donde todos dijeron más o menos lo mismo de siempre, aunque en las reseñas haya titulares para todos los gustos. Lo cierto es que los 'enviados especiales' del Parlament catalán no fueron más allá de los lamentos habituales -con mayor altura
Joan Herrera que sus dos compañeros de aventura--, Rajoy no avanzó un paso sobre su 'no' tajante a las pretensiones de los representantes de
Artur Mas y Rubalcaba lanzó su semilla reformista de la Constitución al vacío, como es ya costumbre. Los demás, en su línea, con un
Durán que sigue siendo uno de los mejores parlamentarios de la Cámara y que obviamente no se cree su papel -está más cerca de Madrid que de Barcelona, creo, aunque, naturalmente, debe alejar de sí tal sospecha--, una
Rosa Díez que representa las antípodas de cualquier nacionalismo periférico, con una IU lanzando mandobles --¿cuál es, en realidad, la posición de
Cayo Lara en el conflicto catalán?--, con los nacionalistas vascos haciendo de nacionalistas vascos.
Dirá usted, querido lector, que simplifico mucho lo ocurrido en tantas horas de debate parlamentario. Lo admito: así de simple fue la cosa, que, no obstante, se presentaba casi como el acto parlamentario del siglo. Uno más, con final claramente anunciado. Seguimos sin hacer Política así, con mayúscula. A lo mejor, Rajoy hablaba por teléfono con algún contestador automático...
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