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¿Por qué nos engañan?

¿Por qué nos engañan?

Por Andrés Aberaturi
viernes 28 de febrero de 2014, 17:24h
Sin entrar en las sutilezas jurídicas -bastante evidentes por cierto- sobre si el céntimo sanitario era o no un impuesto finalista, lo que cabrea al personal es el engaño, la artimaña, que el Gobierno que lo puso en marcha y los gobiernos que le siguieron y lo mantuvieron pese a las huelgas generales del sector que exigían entre otras cosas la supresión del famoso céntimo, lo hicieran ,como ahora confirma el Tribunal Europeo, de mala fe (sic), sabiendo -porque se lo habían advertido en más de una ocasión- que la medida vulneraba la legislación comunitaria. Cabrea eso y cabrea que cuando ahora vienen mal dadas y toca devolver lo cobrado ilegalmente, las autonomías implicadas echen las culpas al Gobierno y el Gobierno trate de salvar la cara y disimular.

Cabrea que la idea en origen degenerara en lo que en seguida degeneró: ni era un céntimo ni se tenía por qué dedicar a la sanidad que es lo que nos habían vendido. Entiendo que para las empresas de transportes fuera una carga excesiva -y así lo dije en su momento- igual que dije que yo, como particular, estaba dispuesto a pagar ese céntimo -sin entrar ni saber si era legal o no- con tal de salvar la calidad de la sanidad pública. Y ya se ha visto que no: ni hemos salvado la sanidad, ni han dedicado lo recaudado a lo que decían, ni el céntimo era solo un céntimo, ni la medida era legal y lo sabían. Nos han engañado todos: el gobierno de Aznar que lo puso en marcha, los de Zapatero que lo mantuvieron, las autonomías -no todas- que lo recaudaron dedicando los millones de euros a lo que les daba la gana y ese pacto de silencio de todos cuando Europa ya había avisado de que la cosa no era legal hasta el punto de llegar ahora a acusar nada menos que de "mala fe" a las administraciones responsables.

Pertenecer al club continental tiene muchas ventajas pero también comporta muchas obligaciones y no vale todo: no se puede hacer de la capa europea un sayo nacional porque aquí jugamos todos con las mismas reglas y nos podemos ofender muchísimo por algunas decisiones que nos afectan, pero es lo que hay y no se puede pretender jugar en el Real Madrid pero vestido de azulgrana. Hay normas que se han aprobado por todos y que eran fantásticas cuando el dinero europeo entraba a manos llenas y ahora son malísimas cuando se refieren a los astilleros, al céntimo sanitario o la doctrina Parot. Esta son las reglas del juego y unas veces porque no sabemos explicar bien las cosas y otras porque las hacemos directamente mal, estar en Europa de vez en cuando da disgustos. Demasiados, últimamente, es verdad, pero insisto: habría que reflexionar si cuando vienen mal dadas es porque Bruselas nos tiene manía o más bien porque las cosas que hemos hecho no las hemos hecho bien. Lo de la doctrina Parot fue especialmente doloroso por muchas cosas, pero nos guste o no, se hizo mal. Lo de los astilleros son hechos y no parece que la cosa sea muy defendible y este último estacazo jurídico del céntimo sanitario, estaba avisado, tiene fundamento y degeneró desde el principio para el fin que se había concebido, un fin muy noble pero que nada tenía que ver con los paganos. Salvar la sanidad -y todo lo que se les ocurriera- mediante la gasolina es un absurdo en sí mismo como se ha visto después de diez años.
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