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Éramos pocos y parío abuela

Éramos pocos y parío abuela

Por Pascual Hernández del Moral.
miércoles 12 de febrero de 2014, 18:07h
Si es que no tenemos arreglo, Venancio amigo. Date una vuelta por los periódicos, oye las noticas de las radios o de las televisiones y verás que nuestros jueces tienen abiertos procesos desde hace muchísimos años, y que no hay manera de que los cierren. Si sumamos los años que llevan abiertos los Gürtel, José María del Nido, Bárcenas, Noos, los dichosos ERE´s, la UGT, y algunos más, poco le faltaría para llegar al siglo. Vamos, que cualquier caso de enjundia se le pudre en las manos al juez, porque pasan meses y meses, años y años, sin cerrarse la instrucción para llevar a los acusados ante un tribunal. Y la justicia que no es ágil no es justicia.
 
España, como uno de los países defensores de los derechos humanos, tenía el compromiso aplicar la llamada "justicia universal", persiguiendo a los delincuentes que hubieran cometido delitos de lesa humanidad, fueran del país que fueran, y los hubieran cometido dentro o fuera de nuestras fronteras. En esa dirección iban las actuaciones del ínclito Garzón y su acoso a Pinochet, de la incautación de alijos de droga en alta mar, de los que quieren procesar al gobierno de los Estados Unidos a causa de la muerte de José Couso, caso que lleva el juez Pedraz, la lucha contra la ablación de las niñas en centro-áfrica, o la pederastia, pongo por caso, todos ellos delitos abominables de lesa humanidad.
 
Ahora, la sección cuarta de la Audiencia Nacional ha atendido la denuncia presentada por el Comité de apoyo al Tibet, por genocidio, contra las autoridades gubernamentales de China. Y ha ordenado al juez Ismael Moreno a dictar orden a Interpol, de busca y captura, e ingreso en prisión incondicional sin fianza de cinco políticos de China, entre ellos el anterior presidente de la Republica Popular, Jiang, del antiguo primer ministro Li Peng, del exjefe de seguridad de China, responsable de su policía armada, del secretario del Partido Comunista chino del Tibet, y de la ministra de planificación familiar.
 
Teniendo en cuenta que China es, como sabrás, querido Venancio, el destino del casi el 12 % de nuestras exportaciones, y tiene un 20 % de la deuda española en manos extranjeras, a nuestro gobierno se le ha descompuesto el cuerpo. Por eso, aunque la limitación de actuaciones en la "justicia universal" ya comenzó con el gobierno de Zapatero, ahora Rajoy se está dando con los talones en el culo para colar una proposición de ley (que ahorra mucho tiempo) que provocará el archivo de muchos sumarios abiertos, entre ellos, el de los chinos. China, sin ningún reparo, ha amenazado con sanciones económicas y problemas diplomáticos a España si continúa en esa dirección y no aplica su "habilidad y sabiduría" para solucionar el conflicto; y así parece haberlo entendido el portavoz del PP, Alonso cuando afirma que es una disputa inútil que "solo genera conflictos diplomáticos".
 
Que yo no quería, amigo Venancio, repasar los conflictos que puede acarrearnos la "justicia universal". Los delitos son muy graves, y alguien debe aplicar justicia. Pero, ¿ha de ser España? ¿No hay por el mundo otros países que puedan perseguir, detener y juzgar a esos delincuentes miserables? Ahí está el Tribunal de La Haya, que acostumbra a torear esos morlacos.
 
Nuestros juzgados están colapsados. Cualquier demanda, por chica y sencilla que sea, un simple monitorio, puede tardar años en salir. Los casos que enumeré al principio,      que no son pocos, ni poco significativos, llevan un montón de años en espera de que se cierre la instrucción y sean llevados a juicio. Y en estas condiciones, ¿nos metemos en follones internacionales? ¿Es que nos faltas pleitos? ¿No hay bastante con lo que sale de casa?
 
Quizás lo que deberíamos hacer primero, compañero Venancio, es poner en orden nuestra casa, agilizar los procedimientos, modernizar nuestra justicia, hacerla verdaderamente ágil y efectiva para que se imparta a tiempo, y hacer que los tribunales sean serios y efectivos en los problemas de aquí.
 
No es que no sea importante la persecución de los delitos de lesa humanidad, pero si se detiene a alguno de los chinos, tendrán que hacer gala de su legendaria paciencia, ante las inoperancia de nuestros tribunales: pueden pasar veinte años, y el sumario continuar abierto.
 
Por eso, camarada Venancio, es oportuno acordarse del adagio español: "estábamos pocos, y parió abuela".
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