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El realismo político como fuente de corrupción

El realismo político como fuente de corrupción

Por Antonio Miguel Carmona
miércoles 12 de febrero de 2014, 11:43h
¿Por qué aparecen casos individuales, centrales o periféricos, de corrupción? ¿Cuáles son los fundamentos que utiliza el poder para alejarse de la ética social y la moral individual? ¿Por qué se practica la impunidad?

Para los realistas políticos la moral es despreciable. El enfrentamiento entre ideal y realidad se resuelve con el triunfo del interés, tanto privado como colectivo. No existe eticidad como suma de la realidad y la moralidad. O lo que podríamos llamar moral realizada.

Así, nos encontramos que el realista político practica larealpolitik, sustentando los intereses concretos, por ejemplo privados, y observa con naturalidad el hecho de llevarse a casa dinero público.

Se justifica la corrupción desde el realismo político, de espaldas a la ética social, para conseguir otros fines de poder, a veces como excusa, otras como garantía de éxito. Por eso la mayoría de los ministros de Napoleón eran corruptos o los personajes más cercanos a Julio César.

Desde la realpolitik desde el punto de vista colectivo, con mejor discurso pero igual de amoral, se defiende hacer la vista gorda en relación a la ablación, al genocidio o la tortura, para variar la Ley Orgánica del Poder Judicial -tal como propone el PP-, porque los intereses diplomáticos de España están por encima de los derechos humanos de los ciudadanos de otros pueblos.

La política internacional es el mejor caldo de cultivo para aplicar el realismo político y darle la espalda "justificadamente" (entre comillas, insisto), a la ética social y a la moral individual.

Del mismo modo puede justificarse, taparse o disimularse en una rueda de prensa la corrupción, alarde de impunidad, en beneficio del realismo político de un bien superior como es la estabilidad de la organización, del gobierno o del país.

Los realistas políticos practican la amoralidad por razones privadas (corrupción), de praxis política (realismo propiamente dicho) o tratando de evitar peores consecuencias (impunidad).

De este modo el realismo político lleva a los dirigentes a corromperse, a defender la impunidad o a alentar la praxis de espaldas a la ética social. Una doble moral a la que nos tienen acostumbrados.

Por eso se impone una revolución moral que recupere la ética social y envíe a los realistas políticos al basurero de la historia. Como decíaHegel, entre realidad y moralidad, la moral realizada.



@AntonioMiguelC
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