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¡Cómo cambian los tiempos, Venancio, que te parece!

¡Cómo cambian los tiempos, Venancio, que te parece!

Por Pascual Hernández del Moral.
jueves 26 de diciembre de 2013, 19:56h
Esta vieja y hermosa guaracha cubana, canta la sorpresa de Eliades Ochoa ante los cambios que producen los tiempos: "Las mujeres de otro tiempo se tapaban las canillas; hoy la moda va, por cima de la rodilla". Pues hoy la juventud va más allá de "por cima de la rodilla": llevan unas calzas,  pantis o leotardos ajustados, estilo trapecista o "don Mendo en sus venganzas", con un sobretodo que no tapa nada, y trasparencias, que parece que no tengan nunca frío. Aunque no guste lo que digo, animan la vista de los que ya no cumplimos los sesenta. Veremos, Venancio, cómo cambian los tiempos el próximo 2014, porque a mí no se ocurre cómo más pueden mostrar intimidades, a no ser que aprendan de las FEMEN.
 
Los cambios, Venancio, que más me llaman hoy la atención son los que se han producido en la vida cotidiana, en estas fechas de Nochebuena y Pascuas de Navidad. Antes, en Nochebuena, se vivía con el frío metido en los huesos, que pasábamos desde mediados de noviembre hasta finales de febrero. Era la época de los sabañones en las orejas. ¡Y cómo picaban los malditos! Cuando llegaba la Navidad, el frío ya no se nos iba de encima. La mesa camilla, con el brasero bajo las enagüillas, la camiseta de felpa, el jersey de borra, de cuello alto y cremallera estilo Marcelino Camacho, el pasamontañas que usábamos, no para cometer fechorías callejeras, sino para calentarnos las orejas, y los guantes de lana que no evitaban los sabañones, eran todas las armas que teníamos. El baño de la semana te lo daba tu madre en el lebrillo, en la cocina, que era lo más caliente de la casa, con la lumbre encendida, templando la ropa que te ibas a poner... Amigo Venancio, hoy hay calefacción central, baño en la bañera con agua caliente, hacen más amable el invierno; ya casi nadie sabe lo que eran los sabañones en las orejas.
 
Pues, ¿y la cena de Nochebuena? ¿ y la comida de Navidad? Ha cambiado todo, creo que para bien, aunque se me hace que nos hemos pasado tres pueblos, como ahora se dice. La Nochebuena y la Navidad de mis años mozos nos daban la oportunidad de comer hasta hartarnos, quitándonos por un par de días hambres seculares. La Nochebuena se comía gallo muerto con tomates, a eso de las once de la noche para llegar a tiempo a la misa del gallo; mantecados de Campos, mazapanes (aquellos de bicha, en cajita circular estaban de muerte) y turrones, con moderación, porque eran muy caros... Y en la comida de Navidad, gambas y langostinos con mesura, jamón, cecina, lomo y otros manjares que difícilmente volvíamos a catar hasta la Fiestasantos. Y de postre, unos dátiles "muscades", que venían de las palmeras del norte de África, que decía mi padre, empaquetados en unas cajitas de madera muy apañadas, acompañados con una copita de anís del mono... Nadie tenía en cuenta ni las grasas, ni los kilos, ni el colesterol, ni los riesgos para el corazón, ni diablos; el disfrute consistía en distraer por uno o dos días el hambre de siglos. Y hoy, Venancio, en cualquier medio de comunicación te azotan con avisos de engorde, con los peligros del colesterol, del azúcar en la sangre, y todo son dietas "saludables" para estos días de excesos. Bien se conoce, Venancio, que los tiempos han cambiado y la gente come cada día, y come bien.
 
Quedan todavía personas a las que les está volviendo a faltar casi de todo, que en estas fiestas no nadarán en la abundancia, con chiquillos a los que tendrán que entretener y engañar como buenamente puedan, porque no hay de dónde. Y para esas gentes, el alarde de los medios de comunicación de la abundancia y el despilfarro que muestran las dietas navideñas, con opíparas comidas y cenas, o con exquisiteces gilipichas de platos "desestructurados", para ver y no para comer, deben ser vergonzosas.
 
¡Cómo cambian los tiempos, Venancio! Incluso en las palabras para nombrar... lo que ha pasado siempre. Antes, en mi pueblo, se hablaba de temporales, que venían del poniente, del ábrego decían los más entendidos, con mucha agua, y que obligaban a no ir a la aceituna. Hoy, a los temporales se les llama "ciclogénesis explosiva", que no sé cuánto serán de peligrosos, pero que ya con el nombre dan miedo. Hombre, es verdad que parece que está cambiando el tiempo, llueve menos, hace menos frío, ¿será por eso del cambio climático o, a lo mejor, es porque tenemos más comodidades, y ya no lo sentimos tanto?
 
En todo caso, ¡cómo cambian los tiempos, Venancio, qué te parece!
 
Pero el deseo de que el 2014 sea mejor para todos no cambia. ¡Feliz año nuevo, Venancio y la compaña!
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