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Una vergüenza nacional

Una vergüenza nacional

Por Pascual Hernández del Moral.
miércoles 11 de diciembre de 2013, 10:01h
Después de que retirara su candidatura Colombia, el 30 de octubre de 2007 fue designado Brasil como sede de la vigésima Copa del Mundo de fútbol. Como sin duda sabes, querido lector, el mundial se inaugurará el próximo 12 de junio de 2014, y durante un mes nos freirán a partidos, a todas horas y en casi todos los canales de TV. Desde que fue designada la sede hasta que comience el mundial, habrán pasado seis años y ocho meses.
 
Y, mire usted por dónde, a seis meses de la inauguración, se nos ha ofrecido el espectáculo vergonzoso, bochornoso, ignominioso y criminal que se produjo en el estadio de Joinville, en Santa Catarina, en la última jornada del campeonato de liga de Brasil entre el Atlético Paranaense y el Vasco de Gama, el "Furacão" y el "Vascão", que ha descendido a segunda división. A los catorce minutos, "torcedores" de uno y otro equipo se enzarzaron en una batalla campal que acabó con cuatro seguidores del Vasco en el hospital, uno de ellos con fractura de cráneo. Se han producido seis detenciones, a los que se les acusará, en función del artículo 213 del Código Brasileño de Justicia Deportiva, de tentativa de homicidio, asociación para delinquir, destrucción de patrimonio e incitación a la violencia.
 
Hablar de fútbol es hablar de Brasil, de la "canarinha", de la pentacampeona del mundo que ha exportado "cracs" a todos los grandes equipos del mundo. Para grandes masas de población, constituye un escape emocional, la única satisfacción que les queda. Y siguen a sus equipos con un fervor indescriptible, más intenso que el de los "boixos nois", los "ultra sur", a los que los que el Barcelona y el Madrid están intentando liquidar, o los "bukaneros" del Rayo. La violencia está muy extendida entre los seguidores de cualquier club, aunque no sean "torcidas" organizadas. Sé de lo que hablo porque viví tres años a doscientos metros del estadio del Sao Paulo, en Morumbi, y sufrí la violencia callejera después de cada partido.
 
Y no te creas, amigo, que el futbol aporta gran cosa al PIB de Brasil: mientras en España, por ejemplo, el fútbol aporta al PIB un 1,7 %, en Brasil la aportación es de poco más  del 0,2 %, una nadería en comparación con la aportación que hace en otros países. Se espera que, para ayudar a paliar en lo que se pueda el frenazo económico del país, el mundial aporte casi cien mil dólares al PIB del país, hasta llegar al 0,7 %.
 
Anunciaban dificultades para entregar los estadios a tiempo. Yo viajé hace unos meses a Recife, Natal, Rio y São Paulo, visitando a las autoridades que controlan la construcción de los estadios para el mundial y se veía difícil que estuvieran terminados a tiempo, accidentes aparte; recuerda, amigo, las muertes que se produjeron con la caída de la grúa en el estadio de Itaquera de São Paulo. Lo de la grúa es un incidente desgraciado y lamentable del que difícilmente se puede culpar a las autoridades; pero de la falta de previsión para acabar las infraestructuras (estadios, aeropuertos, carreteras, trenes...) sí son responsables directos los políticos de todos los niveles, tras más de seis años anunciados los mundiales.
 
Nadie se ha preocupado de iniciar una política educativa de respeto al adversario deportivo; como consecuencia de ello, en los mismos días en que el mundo tenía sus ojos puestos en el sorteo de los emparejamientos, han dado este espectáculo desgraciado que ha visto todo el mundo, y ha provocado el horror de todos. Una batalla campal, a puñetazos y a palos reforzados con clavos de hierro (prueba de que muchos habían ido a montar el lío), con pateo en la cabeza de los que caían... ha provocado un suceso que ha producido la vergüenza nacional.
 
¿Y las fuerzas de la policía?, te preguntarás. Pues no había ningún policía en el terreno de juego. Ello responde a una "Acción Pública" donde se estableció que el Poder Judicial prohibiese la de la participación de la policía militar en actividades que no fuesen de competencia constitucional: es ilegal "el destino de policías militares a formar la llamada barrera que divide a las aficiones(...) entendiendo  que esa actividad es competencia de los organizadores del evento", que debería contratar suficiente seguridad privada.
 
Hace menos de dos semanas, Dilma Rousseff afirmó que "el fútbol está en el corazón de cada brasileño". Debería tomar nota para mejorar la seguridad, dentro y fuera de los estadios, y poner los medios policiales y educativos para que se evite la vergüenza que, dicen, se seguirá sufriendo hasta el próximo mundial.
 
"A vergonha nacional desta temporada passa pelo que se viu neste ano em campo", afirma la Folha de São Paulo. ¡Ojalá le pongan remedio, educacional y policial!
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