Demócratas por conveniencia

Más allá de cuál sea el desenlace del innegable golpe de Estado vivido en Honduras (esta nota fue escrita antes de que venciera el plazo de la OEA), el mismo que ha vuelto a evidenciar la fragilidad e inmadurez de las democracias latinoamericanas, si ha habido un ganador en todo esto, ese es Manuel Zelaya. Y no por méritos propios, sino por la torpeza de quienes lo depusieron.

Porque la manera en que fue despojado de su cargo resultó tan escandalosa, que pocos parecen recordar que todo este incidente se originó en una arbitrariedad previa de Zelaya, quien, siguiendo los malos ejemplos de los presidentes bolivarianos, quiso iniciar el proceso para la instauración de una Asamblea Constituyente (con las consecuencias que ecuatorianos, bolivianos y venezolanos ya conocemos), aún cuando eso implicara violar la Ley. Pero una ilegalidad no se remedia con otra y ahora resulta que Zelaya se ha convertido en poco menos que un mártir de la democracia.
 
No menos irónico ha resultado escuchar a los mismísimos adalides del Socialismo del siglo XXI queriendo dar lecciones sobre democracia; a Chávez, que se dio a conocer, precisamente, cuando quiso derrocar a un gobierno (bueno o malo) democráticamente constituido; a Correa, que saltó a la escena política formando parte de un gobierno nacido de otra sucesión ilegal y a quien no le pareció mal que, ya en su administración, el TSE se bajara al Congreso, en una maniobra tan burda y grave como la que ahora rechaza indignado.

Pero esta indignación (que ha llevado al verborrágico Chávez a amenazar con llegar a las armas) no nace de un verdadero espíritu democrático, sino del afán de defender a uno de los suyos, pues si el derrocado hubiera sido un “representante de la oligarquía hondureña”, entonces no hubiera habido reunión de emergencia de la Alba, ni comunicado conjunto, ni retiro de los embajadores.

En ese caso, el golpe seguramente habría sido “legitimado por el clamor popular”. Así que no nos dejemos engañar por quienes defienden la democracia y la legalidad sólo cuando les conviene.

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