La sesión de control más crispada que nunca

Acoso y derribo: la estrategia parlamentaria del Gobierno se viene abajo, tanto que medios gubernamentales admiten que a partir de ahora serán el propio presidente, Rodríguez Zapatero, y su vicepresidenta primera, Fernández de la Vega, los que lleven la batuta de la negociación con los grupos para sacar adelante las iniciativas del Gobierno. ¿Es un reproche a la labor del portavoz José Antonio Alonso? No exactamente, pero sí es un juego a la desesperada ante la situación de soledad política y parlamentaria con la que se enfrenta el Gobierno.

Este martes, sin ir más lejos, el Grupo Socialista no tuvo un gran revolcón parlamentario porque in extremis Convergencia i Unió le salvó en una votación muy comprometida. Negociaron en pasillos el socialista Fernández Marugán y el unionista y avezado en estas lides Josep Sánchez Llibre, pero todas las preguntas van dirigidas a lo mismo: ¿cuánto nos ha costado al conjunto de los españoles el apoyo puntual de los catalanistas de CiU?

Así las cosas, la sesión de control al Gobierno de este miércoles ha alcanzado unas cotas de crispación realmente preocupantes. En contra de lo que podría pensarse, el duelo dialéctico Rajoy-Zapatero no ha sido el más importante de la jornada, sino la advertencia que el portavoz de ERC –socio del PSC-PSOE en la Generalitat catalana- le ha lanzado al jefe del Ejecutivo: “Como en las películas de piratas, está usted en el extremo del tablón donde le empujan con pinchos y a punto de caer en un mar lleno de tiburones”. El otrora socio de Zapatero le ha advertido que toda la oposición lleva un cartel que dice “aquí no se fía”, le dicho que su credibilidad personal está “bajo mínimos” y le ha recordado que “la carpeta [reivindicativa] catalana está más abierta que nunca” y que si sigue por este camino “se va a quedar sin ningún tipo de salvavidas”.



Rajoy: “Nadie le cree, nadie quiere estar con usted”

Dura también –y clarificadora- ha sido también la posición mantenida por el líder del PP, Mariano Rajoy, que le ha descubierto a Zapatero una triste realidad: “Tiene usted un problema: que nadie le cree y que nadie quiere estar con usted”. Zapatero, cogido en pinza entre PP y ERC, era en ese momento la imagen misma de la soledad parlamentaria.

Rajoy no ahorró críticas al Gobierno, al que reprochó haber “vetado” (sic) nueve propuestas del PP para salir de la crisis y el haber conseguido que una gran empresa privada española como Endesa se haya convertido de la noche a la mañana en parte de una empresa pública italiana como es Enel. “Nos pone usted en una situación imposible: así no aguanta usted ni la economía española más de medio año”.

En la réplica se ha visto a un Zapatero a la defensiva que, no obstante, ha querido jugar un rol de conciliador que ha tenido más de aparente que de real. Primero, porque no ha respondido a las acusaciones de Ridao ni de Rajoy; segundo, porque en cuanto a Rajoy la táctica defensiva que ha utilizado es la de recordarle los problemas del PP con la supuesta corrupción, y tercero, porque se ha limitado a señalar que 75.000 familias y pequeñas empresas se benefician ya de la línea de crédito abierta por el ICO y que se han puesto en marcha 35.000 obras públicas que van a generar un cierto empleo.

Sólo al final de su intervención dijo una frase que parece ser una invitación a hablar más profundamente de estos temas con el principal partido de la oposición: “Lo que importa es cuantas soluciones podemos tomar juntos”.



La pérdida de credibilidad y de poder de De la Vega

La anterior frase de Zapatero podría interpretarse como un guiño al PP para establecer algún tipo de pacto de Estado, al menos en lo económico, pero tal interpretación se esfumó cuando la batalla dialéctica pasó a Soraya Sáenz de Santamaría y a María Teresa Fernández de la Vega. Las dos estuvieron especialmente ácidas, ambas buscando titulares, pero la más ingeniosa fue Sáenz de Santamaría que llegó a decirle a la vice que “ha perdido dos cosas: en el Congreso de los Diputados su credibilidad, y en la reunión de subsecretarios su autoridad. Póngalos a trabajar [a los subsecretarios] que les vendrá muy bien”.

Para la respuesta, De la Vega echó mano del ‘argumentario’ socialista de este miércoles, donde tocaba tirar de corrupción: “Con su actitud tendremos CORREA para Rato”. Una frase ingeniosa (Francisco Correa es el principal acusado de la presunta trama corrupta del PP en Madrid y Valencia), pero con doble lectura: ¿se refería también la vice a Rodrigo Rato, quien fuera vicepresidente del Gobierno con Aznar y a quien algunos del PP quieren colocar como recambio de Mariano Rajoy? Así es difícil que fructifiquen acuerdos de Estado entre ambas formaciones.