red.diariocritico.com

Presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas

Yolanda Besteiro: "Las mujeres debemos romper un techo de hormigón"

 Yolanda Besteiro lleva tiempo compaginando la presidencia de la Federación de Mujeres Progresistas (FMP) con su labor como portavoz adjunta del PSOE en Alcalá de Henares. Abogada de profesión, cuenta con una amplia trayectoria profesional dedicada a las mujeres. Madridiario ha charlado con ella sobre conciliación, igualdad, violencia de género, prostitución y otros asuntos 'de género'.
¿Cómo es una mujer progresista?
Es una mujer que lucha por conseguir la igualdad de oportunidades y derechos entre hombres y mujeres, pero a la vez conservando lo bueno que supone ser mujer. A la hora de influir en todas las esferas de la vida, ellas no deben hacerlo imitando los patrones masculinos, sino aportando los valores tradicionalmente femeninos.

¿Cuáles son esos valores?
Por ejemplo, nuestra emotividad, que no es contraria a la racionalidad, como a veces se entiende; nuestra creatividad y nuestra forma de ser y estar en el mundo y de ver las cosas, que por desgracia ahora es discriminatoria.

¿Cómo se plasma hoy en día esa discriminación?
En nuestra sociedad, el reparto de tareas tiene un componente sexual, de forma que el espacio público, el del trabajo, el del poder y las relaciones se les atribuye a los hombres, mientras que a las mujeres se les reserva el ámbito doméstico: el cuidado del hogar y de la familia. Ahora las mujeres nos hemos ido incorporando a la esfera pública, pero sin abandonar la doméstica, porque siguen siendo las responsables de la atención de la familia y del cuidado del hogar, y no tienen apenas tiempo para la esfera privada, la del ocio, el deporte, la formación… De esta forma, los hombres siguen en la esfera pública, mantienen su esfera privada y se resisten a incorporarse al ámbito de lo doméstico. Esa realidad produce una sobrecarga en las mujeres, con dobles o incluso triples jornadas laborales.

Entonces, ¿no ha servido para nada?
La conciliación se ha convertido en una auténtica trampa para las mujeres. Así, se entiende que somos las mujeres las que tenemos que conciliar, bien reduciendo nuestra jornada laboral para compatibilizarla con la casa o, si nos lo podemos permitir, subcontratando el trabajo doméstico. Así, nosotras tenemos que aportar al ámbito público nuestra forma de ser y estar en el mundo, pero persiguiendo que esas responsabilidades sean compartidas. Eso supone que los hombres deben enriquecerse también con esa responsabilidad doméstica a la que se resisten a incorporarse, y permitirnos a nosotras seguir avanzando en la igualdad no solo de derechos, sino también de oportunidades.

¿Es posible conciliar en Madrid?
Aquí es más difícil, por las largas distancias que hay que recorrer entre la casa y el trabajo. Aun así, la conciliación está pensada para que seamos las mujeres quienes compatibilicemos el trabajo con la familia, y además se concibe como algo privado, que nos afecta a las mujeres y, a lo sumo, a la empresa en la que estamos trabajando y a nuestra pareja. Hay que dar un paso más y superar el término de conciliación para hablar de corresponsabilidad social.

¿Qué implicaría ese paso?
No solo la mujer, sino la empresa, los hombres, la sociedad y las administraciones públicas deben implicarse para hacer que todos, hombres y mujeres, tengamos tiempo para el trabajo, la familia y nosotros mismos. Ahora todas las medidas van dirigidas a nosotras, que somos quienes tenemos la obligación de conciliar, pero no el resto. En cuanto a las Administraciones, deben adoptar medidas como la creación de guarderías y escuelas infantiles de 0 a 3 años con carácter universal, con horarios ampliados; y establecer recursos para los dependientes, que están a cargo de mujeres en el 84 por ciento de los casos. Además, hay que potenciar los permisos de paternidad y generalizar los permisos y excedencias entre los hombres, que deben implicarse y  asumir la parte de responsabilidad en el cuidado de los hijos y de otras personas que lo necesiten, además de la atención del hogar.

¿Queda mucho para eso?
El cambio de mentalidad lleva varias generaciones. En muy poco tiempo, hemos avanzado mucho, pero todavía queda un largo camino por recorrer.

La Federación presentó recientemente un informe sobre explotación sexual de mujeres. ¿Qué opina de la política del Ayuntamiento de Madrid sobre prostitución?
El concepto tradicional consiste en criminalizar a las mujeres, en vez de considerarlas como víctimas, y ser condescendientes con los clientes. Hubo una campaña del Ayuntamiento que nos pareció muy buena, cuyo eslogan era “Porque tú pagas, existe la prostitución”. Una mujer prostituida es una víctima más de otra forma de violencia de género. Basta ver qué tipo de mujeres se encuentran en esa situación: las más pobres, las que no tienen otros recursos, por mucho que algunos insistan en que no es así.

Entonces, ¿no a la legalización?

Si la prostitución fuera una actividad económica más, en cuanto hubiera una vacante en un club de alterne, cualquier mujer inscrita en el paro podría optar a esa plaza. De esta forma, convertiríamos en empresarios a los proxenetas y las mujeres siempre seguirían siendo víctimas.

¿Qué proponen en lugar de eso?
El sistema sueco, donde se castiga y sanciona a los clientes. Nosotras también sacamos una campaña para pedir a los medios que contienen anuncios de contactos que los retiren, porque así se convierten en cómplices de esos explotadores, maltratadores y proxenetas. También hay que sensibilizar a la población, que tiene mucha permisividad, incluso la califica como “la profesión más vieja del mundo”, en vez de verla como un supuesto más de la violencia contra las mujeres.

¿Es posible acabar con la violencia de género?
Hay un problema estructural: algunos hombres se creen autorizados para violentar los derechos de la mujer porque creen que ella les pertenece. Estos hombres, cuando tienen un conflicto con su jefe, o una discusión jugando a las cartas, nunca acabarían asesinando a la otra persona; sin embargo, a la mujer que considera suya, cuando se enfrenta a él o no asume su voluntad, la ataca e incluso la asesina. La razón última de que exista la violencia de género es la desigualdad y la única forma de acabar con ella es terminar con ese desequilibrio.

Mientras tanto, ¿cómo paliar ese problema?
La única posibilidad es afrontarlo de forma poliédrica, atacando todas sus aristas, como adoptar las medidas sociales, educar en valores de igualdad, proteger la seguridad y la salud psíquica de esas mujeres y ofrecerles recursos para que puedan rehacer su vida lejos de su maltratador. La Ley de Igualdad es buena, pero su aplicación está fallando, en buena parte por las carencias del sistema judicial. También hace falta más formación en género y atajar esa especie de 'contramovimiento', ese ataque frontal a la ley por parte de quienes no quieren que prospere.

¿Qué razones podrían tener para oponerse a la ley?
Mantener sus posiciones de poder. Cuando reclamamos las mujeres que queremos la mitad del cielo, la mitad de la tierra y la mitad del poder, porque somos más de la mitad de la población, si este está siendo ejercido en un 80 o un 90 por ciento por hombres, evidentemente un 30 o 40 por ciento tiene que quedarse fuera.

Cada vez se producen más embarazos no deseados en las adolescentes, a pesar de que en el último siglo se ha avanzado mucho en la planificación familiar. ¿Qué está fallando?
Los adolescentes tienen muchísima información, pero no se está haciendo lo suficiente. En la Comunidad de Madrid, por desgracia, se impone una educación muy conservadora, pero el problema podría paliarse con campañas de sensibilización e información y poniendo al alcance de los adolescentes los métodos anticonceptivos. Sabemos que en Madrid hay dificultades en el acceso a determinados métodos anticonceptivos y que en determinados sectores de la sanidad, afortunadamente no todos porque la mayoría son muy buenos profesionales, se resisten a recomendar determinados métodos anticonceptivos según a quién y en qué circunstancias. Lo deseable sería alcanzar la fórmula holandesa: allí las leyes son muy permisivas a la hora de interrumpir de forma voluntaria un embarazo y sin embargo es el país donde menos abortos se practican, gracias a que existe un buen sistema de salud sexual y reproductiva, dirigido especialmente a las mujeres. Por desgracia, en la Comunidad de Madrid se hace objeción de conciencia en todo lo que tenga que ver con este asunto.

¿Cree que todavía resulta necesario aplicar la perspectiva de género en todas las políticas públicas?
Es imprescindible. Por desgracia, aunque parezca que hemos avanzado mucho, seguimos siendo nosotras las que tenemos precariedad laboral y contratos a tiempo parcial, cobramos como media un 30 por ciento menos que los hombres realizando el mismo trabajo, tenemos dificultades para promocionarnos, no llegamos a los puestos de responsabilidad en las empresas y en las administraciones públicas tampoco llegamos. Aunque a raíz de la Ley de Igualdad se ha producido un aumento en el número de concejalas, por desgracia aún no llegamos al 40 por ciento; en el Congreso, hay una diputada menos que en 2004; en el Ejecutivo hay más ministras que ministros, pero no hay apenas decanas de universidades o directivas de empresas. En cualquier esfera de la vida pública nos encontramos con que, más que un techo de cristal, tenemos un techo de hormigón, casi imposible de traspasar.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios
ventana.flyLoaderQueue = ventana.flyLoaderQueue || [] ventana.flyLoaderQueue.push(()=>{ flyLoader.ejecutar([ { // Zona flotante aguas afuera ID de zona: 4536, contenedor: document.getElementById('fly_106846_4536') } ]) })