OPINIÓN/Víctor Gijón
El alcalde de Santander, Iñigo de la Serna, no conforme con la mayoría absoluta que le dieron las urnas, pretende gobernar el municipio con fórmulas absolutistas.
Con total desprecio a la oposición, a la que él y los suyos someten a descalificaciones sin cuento en cuanto abren la boca, el ‘alcalde sol’ y el PP están montando un entramado plebiscitario con asociaciones de vecinos de nuevo cuño, manipuladas y organizadas desde el Consistorio, que un día exigen (prudentemente) y al día siguiente aplauden (fervorosamente).
Con el pueblo, pero sin el pueblo. Ese parece ser el lema de De la Serna, auque en los nuevos tiempos que corren sea necesario colar ese autoritarismo con grandes dosis de vaselina, materia aportada por colectivos vecinales surgidos como setas de la nada ante el silencio incomprensible de las asociaciones de vecinos de toda la vida.
Ya he contado que algunas de esas asociaciones parecen más comunidades de propietarios de futuros aparcamientos que reclamantes de más y mejores servicios municipales. Así, los hay que aparecen en conferencia de Prensa conjunta con alcalde y concejales para reclamar poder comprar plazas de aparcamiento, y otras que ni siquiera se dejan fotografiar o entrevistar, remitiendo al gabinete de Prensa de la alcaldía para obtener cualquier información sobre sus actividades.
Es el mundo al revés. Las Asociaciones de Vecinos tienen, tenían al menos, una función agilizadora de la actividad municipal en sus respectivos territorios. Exigir, incentivar, reclamar la atención debida a los barrios. Por eso nunca he conocido una asociación de vecinos en el Paseo Pereda o en Castelar. Pero tampoco tenía noticia de asociaciones que al día siguiente de ser creadas, y sin que ni siquiera los vecinos a los que dicen defender sepan de sus existencia, aparecen reconocidas por el ayuntamiento, invitadas a actos oficiales y elegidas para repartirse, por ejemplo, plazas de aparcamientos.
Siempre creí que el esperpento de un dirigente vecinal de Santander que era concejal de otro municipio no podía ser superado. Pero De la Serna está logrando lo que ninguno de sus predecesores en el cargo, y los ha habido bravos, demagogos y arbitristas, osó plantearse: sustituir a la representación directa de los ciudadanos, llámese oposición o movimiento vecinal, por un unísono coro de paniaguados y estómagos agradecidos.
Si (
No(
