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Sigue la polémica y el retraso en su retirada

La estatua de Franco en Santander, una patata caliente para los alcaldes santanderinos

La estatua de Franco en Santander, una patata caliente para los alcaldes santanderinos

La polémica sobre la estaua de Franco sigue. Tras saberse que a su lado hay un escudo de la República, el PP admite quitar la del dictador pero también el escudo. El PSOE no ha 'picado', pero el caso es que la desaparición de la estatua lleva más de dos años de retraso.
La estatua de Franco ha sido históricamente una patata caliente en las manos de los alcaldes santanderinos desde las primeras elecciones democráticas de 1979. A diferencia de otras ciudades, donde la alternancia en el poder municipal permitió comprobar que no sólo los ediles de la derecha eran refractarios a la retirada de los símbolos de la dictadura, en la capital de Cantabria la izquierda está inédita en el gobierno municipal después de 26 años de corporaciones democráticas. Quizás por ello se siente legitimada para ser los principales defensores quitar la estatua de Franco de la Plaza del Ayuntamiento. 

La estatua ecuestre del general Franco, que preside la plaza principal de Santander, hoy Plaza del Ayuntamiento, pero hasta hace nada apellidada del Generalísimo, se retirará el próximo mes de mayo. Si damos por buenas las últimas declaraciones del actual alcalde de la capital cántabra, Iñigo de la Serna. Su predecesor en el cargo, Gonzalo Piñeiro, también miembro del PP, ya anunció el desalojo inminente de la estatua en 2005.  El propio de la Serna daba como fecha cierta de la retirada hasta hace poco la del mes de noviembre, pero en sus últimas manifestaciones el inicio de las obras de remodelación del aparcamiento subterráneo, que conllevarán el desmontaje de la estatua, se sitúa en mayo de 2008.

Fueron precisamente también unas obras, a principios de los años ochenta, las que apartaron temporalmente la estatua del dictador por primera vez desde su colocación en la plaza central de la ciudad cántabra en el año 1964. La retirada se produjo en medio de un gran revuelo mediático y ciudadano. Las distintas partes de la escultura fueron a parar a un almacén municipal de mala muerte y algunos pensaron, con alegría o enfado, según vieran la feria, que nunca más volvería a presidir la Plaza todavía llamada del Generalísimo.

Pero no hubo amnistía para el caballo, como irónicamente exigían todas las manifestaciones de la izquierda al pasar por delante del monumento al dictador. El entonces alcalde de Santander, Juan Hormaechea, tras mantener un silencio calculado al objeto de recontar electoralmente los pros y contras de cada una de las opciones, declaró enfático: “Yo no la puse y yo no la voy a quitar”. Y la estatua, terminadas las obras de remodelación de la plaza, volvió al mismo lugar de siempre y donde hoy sigue.

La presión para la retirada de símbolos fascistas creció exponencialmente desde la llegada de Zapatero a la presidencia del Gobierno, incluso antes de que hiciera su aparición el proyecto de Ley de la Memoria Histórica. Al hilo de la aprobación de una moción parlamentaria invitando a retirar las señales del franquismo existentes en la ciudades el PP municipal  y a pesar de que su partido había votado en contra en el Congreso de los Diputados, aceptó cambiar el nombre de varias calles y retirar algunos escudos y otros tipo de monumentos conmemorativos del bando vencedor en la Guerra Civil. Pero no la estatua continuó en su sitio.

El asunto de la retirada de la estatua de Franco quedó para más adelante, una vez más vinculándolo a obras en su entorno. Fue entonces, al poner fecha a su desaparición de la plaza principal de Santander --fecha que lleva ya dos años y medio de retraso--,  cuando los santanderinos se enteraron de que junto a la estatua, a escasos cinco metros del pedestal, se encuentra un escudo de la República cuyo origen e instalación en la zona es uno de los secretos mejor guardados en el ayuntamiento santanderino.

Dicho escudo ha permitido al PP hacer su consabido ejercicio de equidistancia: Quitamos la estatua de Franco y el escudo republicano. El Grupo Municipal Socialista no ha caído en al trampa y se niega a que no se ponga al mismo nivel a un dictador que al régimen legal de la República. Mientras tanto sólo la Falange ha anunciado su oposición a que se retire la estatua, para lo que ha iniciado una recogida de firmas.

Pero todo indica que si el alcalde De la Serna cumple el último plazo, que casualmente o no es después de las elecciones de marzo, el próximo 26 de agosto, 71 aniversario de la “liberación” de Santander por las “tropas nacionales”, los nostálgicos del franquismo no tendrán un lugar de cita donde entonar sus cánticos guerreros  y hacer sus saludos fascistas.

La estatua de Franco, instalada en 1964, de siete metros de alto y realizado en cobre, copia de la que hasta hace poco estuvo en los Nuevos Ministerios de Madrid, y prima hermana de las ubicadas en Valencia y El Ferrol, obra de escultor José Capuz (Valencia, 1884-1964), será depositada en un almacén municipal a la espera de que se construya el complejo museístico de Cantabria, el cual todavía no cuenta ni con primera piedra.
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