Montilla ha sido quien le ha llamado para la nueva responsabilidad, con lo que consigue también dar salida a Santiago de Torres, una persona de máxima confianza de Maragall, que incluso rechazó ser consejero de Cataluña y que había pedido repetidas veces ser sustituido como “embajador” de la Generalitat en Madrid para poder dedicarse al sector privado.
Pero el cambio soluciona un posible problema mucho más prosaico. Martínez Fraile, un veterano del socialismo catalán, tuvo en la segunda legislatura municipal del actual ministro de Industria, Joan Clos, el atrevimiento de anunciar que se presentaría a las elecciones primarias para la alcaldía de Barcelona. Finalmente no lo hizo, pero en círculos socialistas catalanes se considera que la osadía le valió quedar marcado. Cual no sería, pues, la sorpresa de Martínez Fraile cuando se dio cuenta, de la noche a la mañana, que su rival se convertía directamente en su jefe.
La proverbial mano izquierda de Mo ntilla parece que ha encontrado la solución. Martínez Fraile asumiría la Delegación de la Generalitat en Madrid mientras que Clos podría nombrar a una persona de su total confianza para la Dirección General de Turismo, a pesar de que Martínez Fraile era y es profesionalmente un experto en la materia.
Si (
No(
