El discurso que traía preparado de Rajoy era previsible. Por un lado, dejó nítidamente claro que su partido estaba de acuerdo con el estado de alarma decretado por el Gobierno ‘in extremis’ ante las circunstancias vividas en los aeropuertos y que, por tanto, su grupo las iba a apoyar. También quiso dejar claro que el PP “condena sin atenuantes” el comportamiento de los controladores por no acudir masivamente a sus puestos de trabajo y “bloquear el espacio aéreo”., lo que le llevó a sentenciar sin tapujos que “defiendan lo que defienda, reclamen lo que reclamen, las formas que han adoptado los controladores son ilegítimas, son ilegales y son intolerables”.
Pero, dicho esto, dedicó el resto de su intervención a ‘regañar’ severamente al presidente por su “imprevisión” y por no haber sabido arreglar a tiempo un problema que se venía lastrando desde 2004, fecha del vencimiento del anterior convenio firmado por el Gobierno del PP con el colectivo de controladores.
No pide la dimisión de Blanco
Bien es verdad que Rajoy no llegó a pedir la dimisión de Blanco, como algunos habían pensado y dirigentes del PP habían dejado entrever o pedir estos días por su cuenta y riesgo, pero Rajoy si hizo una moción de censura a toda su gestión y a la de Zapatero. A l presidente le dijo que la situación actual es fruto de “su peculiar manera de gestionar todos los asuntos públicos: la pasividad, la desidia y el no hacer nada”. Además, le achacó el no haber sido capaz en estos seis años de cortar los amagos de rebelión de los controladores ni tan siquiera de convocar “más que 150 nuevas plazas” para ayudar a paliar la escasez de trabajadores en los aeropuertos. “Así, a base de contemplar el ambiente hemos llegado a febrero de este año cuando usted y su ministro de Fomento nos piden apoyo para un decreto que venía a solucionar loas principales problemas del sector”, dijo Rajoy.
Después de hacer un somero repaso por situaciones anteriores protagonizadas por el colectivo, el líder de la oposición utilizó con ‘sibilina’ inteligencia una frase que el Alfredo Pérez Rubalcaba le lanzó al entonces ministro de Fomento del PP, Rafael Arias Salgado, cuando en 1999 hubo graves retrasos en el aeropuerto de Barajas. “el ministro de Fomento es un inútil total con dosis importantes de caradura porque siempre encuentra una excusa para no asumir sus responsabilidades”, lo que antes de que finalizara provocó sonoras protestas y abucheos en la bancada del Grupo Socialista y que el propio Blanco mirara atónito al líder del PP. El presidente Bono pidió silencio.
Unos "cariñosos epítetos"
Rajoy, entonces, con una irónica sonrisa, aclaró de inmediato que “nos eré yo quien emplee esos calificativos con el señor Blanco ni con nadie”, aclarando que los “cariñosos epítetos” eran de Rubalcaba, entonces en la oposición.
El líder del PP, finalmente se preguntó si “era indispensable” decretar el estado de alarma, una decisión que aunque ellos la apoyan, no dejó de echar en cara a Zapatero que “haya tenido que llegar usted al Gobierno" para que en España se aplique este excepcional medida ante un conflicto laboral.
Rajoy pidió al Gobierno que ponga remedio para que esta situación “no se vuelva a repetir", mientras lanzaba los últimos dardos contra Zapatero al que recordó que por culpa de su “negligente” política “le ocurre con todo lo mismo” y luego quiere solucionarlo "como sea".
“Vivir con usted es ir de sobresalto en sobresalto. Con usted los españoles no ganamos para disgustos”, fue una de las frases con las que se despidió de la tribuna Rajoy ganándose la ovación de sus diputados.
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