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California evalúa la propiedad estatal de refinerías ante inminente crisis energética
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California evalúa la propiedad estatal de refinerías ante inminente crisis energética

viernes 21 de febrero de 2025, 11:44h

La situación energética en California enfrenta un punto crítico que podría resultar en la estatalización de sus refinerías de petróleo. Esta drástica medida se ve impulsada por el inminente cierre de varias instalaciones clave, afectadas tanto por regulaciones ambientales como por las dinámicas del mercado. La posible clausura de refinerías, como la de Phillips 66 ubicada en Wilmington, genera serios riesgos relacionados con la escasez de combustible, el aumento de precios y complicaciones logísticas, especialmente al tener en cuenta las limitadas opciones de importación disponibles para el estado.

Las inquietudes sobre la habilidad del gobierno para administrar de manera eficiente las refinerías y afrontar la complejidad del sector han surgido en el marco del debate sobre la propiedad estatal. Un entorno poco atractivo para las empresas privadas que operan en California ha sido generado por las políticas regulatorias vigentes, que incluyen la prohibición de vehículos con motor a gasolina para 2035.

La situación detrás de los cierres de refinerías.

A pesar de la disminución gradual en la demanda de gasolina en California, impulsada por la adopción de motores más eficientes y el creciente uso de vehículos eléctricos (EVs), el estado continúa dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles. La falta de una estrategia alternativa viable ante el cierre de refinerías podría tener consecuencias desastrosas. Empresas destacadas como Chevron, Marathon y Valero enfrentan presiones debido a regulaciones ambientales estrictas y transformaciones en el mercado. Algunas ya han abandonado la producción de gasolina, mientras que otras están considerando cerrar sus operaciones de manera permanente.

Se prevé que la refinería Phillips 66 en Wilmington cierre a finales de año, lo que podría llevar a otros cierres adicionales. Según Skip York, estratega jefe de energía en Turner Mason & Co., “la demanda disminuirá gradualmente, pero el suministro caerá abruptamente”. Esta discrepancia entre la oferta y la demanda podría resultar en escasez de combustible y aumentos en los precios, circunstancias para las cuales el estado parece no estar preparado.

Desastre inminente en la propiedad estatal.

Frente a la crisis actual, diversas soluciones han sido propuestas por la Comisión de Energía de California, entre las cuales se encuentra la drástica opción de que el estado asuma el control de las refinerías. Con esta estrategia, California se alinearía con naciones como Venezuela e Irán, donde el gobierno gestiona las refinerías. La Asociación Petrolera de los Estados Occidentales ha manifestado su inquietud respecto a la viabilidad de esta medida, advirtiendo que “es un negocio muy complejo y difícil de manejar” debido a las barreras comerciales y técnicas que presenta.

La capacidad de los burócratas estatales para manejar refinerías de manera efectiva es dudosa. La operación de una refinería demanda habilidades específicas y un alto nivel de eficiencia, características que suelen ser escasas en las empresas públicas. James Gallagher, líder republicano en la Asamblea, señala: “Estamos avanzando hacia controles de precios y expropiaciones gubernamentales. Eso nunca ha funcionado bien en la historia”.

El desorden en la logística.

A menudo, California recibe la calificación de “isla petrolera” por no contar con una red logística inter-estatal que pueda aliviar las interrupciones en el suministro. La ausencia de oleoductos que transporten gasolina desde estados cercanos, junto a las limitaciones impuestas por normativas anticuadas como la Ley Jones, hace que el estado dependa únicamente del 8% de sus importaciones de gasolina; el resto se refina en el propio estado. En caso de que más refinerías cierren, será necesario que California incremente considerablemente sus importaciones, principalmente desde Asia.

Incremento en los gastos de transporte.

Una mayor susceptibilidad se presenta ante las interrupciones globales en la cadena de suministro.

Posible volatilidad en los precios relacionada con los mercados internacionales.

A pesar de las preocupaciones que existen sobre el impacto ambiental de los envíos de crudo, Gallagher enfatiza: “La gente se preocupa por los impactos ambientales del envío de crudo, pero nadie se alarma por los efectos ambientales derivados de las importaciones de gasolina”.

Contexto histórico: un legado normativo adverso.

A lo largo de los años, la industria petrolera ha enfrentado un marco regulatorio en California que se vuelve cada vez más desfavorable. La rentabilidad de operar instalaciones en el estado se ve amenazada por políticas como la prohibición de vender nuevos vehículos a gasolina para 2035 y posibles sanciones sobre las ganancias de refinación. Chevron, que ha estado presente en California desde 1879, ha decidido trasladar su sede a Texas. Andy Walz, presidente del sector downstream y químico en Chevron, expresó: “Las recientes políticas californianas erosionan nuestra confianza hacia el futuro”.

Las empresas no solo han sido forzadas a abandonar el estado debido a estas regulaciones, sino que también se ha generado un clima de incertidumbre y desconfianza. A pesar de la situación, California parece empeñada en mantener políticas que ponen al sector energético al borde del colapso, en lugar de reevaluar su enfoque actual.

¿Cuál es el desenlace definitivo?

El senador estatal Brian Jones dejó en claro su postura al declarar: "El estado no tiene nada que hacer en el negocio refinador". A pesar de esto, la conversación gira en torno a la factibilidad del control estatal sobre una industria altamente compleja, y todo ello se debe a que sus políticas han dificultado que los refinadores privados puedan operar de manera rentable.

Aliviar las cargas regulatorias, permitir que las fuerzas del mercado operen y fomentar una diversidad energética adecuada debería ser lo razonable, en lugar de forzar una transición abrupta hacia vehículos eléctricos. Sin embargo, los líderes de California parecen decididos a llevar a cabo una transformación radical sin tener en cuenta los costos que esto conlleva. Como resultado, es probable que se produzca un aumento en los precios del combustible, mayores escaseces y un gobierno enfrentando dificultades para resolver problemas que él mismo ha creado.

Un camino peligroso está siendo transitado por California, y si se llevan a cabo las refinerías estatales, es probable que la crisis energética se agrave antes de mostrar signos de mejora. Las políticas energéticas del estado han sido un tema de debate constante; no obstante, la situación actual pone de manifiesto con urgencia la necesidad de adoptar un enfoque más equilibrado y pragmático que asegure el acceso a energía confiable y asequible para todos los habitantes de California.

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