Con la justificación que es un mundial, y que sólo tuvieron dos días de descanso -igual que Australia- el equipo de Scaloni cumplió con el objetivo de avanzar a los cuartos de final, tras un primer tiempo donde en la única jugada de riesgo Messi demostró toda su categoría y con la clase habitual la puso lejos del arquero para poner el uno a cero que lejos estaba de merecerlo, ya que ninguno de los dos seleccionados habían estado cerca de demostrar una superioridad.
Así continuó el desarrollo del primer tiempo, con una Australia que amagaba a presionar, y cuando recuperaba la pelota no tenía ideas de que hacer con ella.
La segunda etapa trajo una variante táctica a los tres minutos, cuando un Papu Gómez lesionado le dejó su lugar a Lisandro Martínez -que por el extraordinario nivel que tienen Otamendi y el Cuti Romero no es titular- cambiando todo el dispositivo táctico. Dejando una línea de tres con Lisandro el Cuti y Otamendi, soltando más a los laterales, primero Molina -de buen partido- y Acuña -que no logra de terminarse de acomodar- quienes dejaron sus lugares a Montiel y Tagliafico respectivamente.
Y cuando parecía que el cambió era demasiado conservador para lo que pedía el partido, a los once De Paul -que de a poco va encontrando su nivel- demostró que había hecho los deberes y presionó la salida del arquero como lo había hecho Francia, y esa presión dio resultado para que el afiladísimo Julián Álvarez aprovechara el regalo y dejara expuesta la diferencia de categoría entre ambas selecciones.
Y de ahí en más, por si no hubiese sido suficiente con el gol, apareció el gran Leo en su partido número mil. Cómo si sus 35 años no existieran ni el hecho de haber jugado 48 hs antes, el despliegue trasladando la pelota y manejando los tiempos del juego conmovió a todos.
Australia intentaba pero su falta de ideas le impedía progresar, mientras que Argentina dominaba completamente las acciones. A los 25 Scaloni decidió el ingreso de Lautaro por Julián, tratando de recuperar al goleador de su ciclo, pero lo único que logró fue ver cómo Martínez se perdía una y otra acción sin poder cerrar definitivamente el marcador.
A los 31 llegó lo impensado. Un disparo que se iba a cualquier lado de Craig Goodwin, rebotó en la cara de Fernández y llegaban quince minutos finales para el infarto.
EN ese lapso se vio lo mejor del equipo con los espacios que dejaba Australia en búsqueda del milagro, llegaron las jugadas de gol que fueron despilfarradas una y otra vez. Los siete minutos de adición -demasiado por lo que pasó en la segunda etapa- no pasaban más, hasta que en la única clara que tuvo Australia apareció el gigante Dibu Martínez, que, jugándose la vida tapó un mano a mano a Garang Kuol quedándose con la clasificación a los cuartos de final en sus manos.
Ahora llegará Países Bajos. Un equipo con una categoría superior a las que se enfrentó hasta el momento, pero que en los papeles no parecería ser un equipo como para tenerle demasiado temor. Con un Di María seguramente recuperado, y esperando que Países Bajos no especule de manera tan contundente como los rivales que viene de enfrentar y así poder encontrar más espacios para desarrollar su juego.
El equipo está, la actitud sobra, y solo falta que vuelva ese dominio de balón que supo tener la selección durante toda la gestión del entrenador. De esta manera la ilusión sigue bien en alto y con Messi al frente todo es posible.
Ahora a descansar, a mirar de reojo como avanza el mundial, y esperar que llegue el viernes con el convencimiento que el equipo va a dejar todo para poner al seleccionado lo más alto posible.
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