red.diariocritico.com

Investigadores del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla

Analizan las hojas, semillas y raíces de las plantas para predecir su resistencia a los cambios climáticos

Analizan las hojas, semillas y raíces de las plantas para predecir su resistencia a los cambios climáticos

lunes 07 de marzo de 2016, 15:39h

Investigadores del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (Irnas), en colaboración con el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf), la Universidad de Córdoba y la Estación Biológica de Doñana; han evaluado "por primera vez" los efectos de un evento climático extremo en especies de matorrales a través del análisis de sus hojas, raíces, semillas y tallo.

Sus resultados permiten a los expertos disponer de una herramienta "útil" para predecir la respuesta de esos ecosistemas a futuras variaciones ambientales y tomar medidas que ayuden a su conservación, gestión y mantenimiento, ha informado la Fundación Descubre en una nota.

Según los científicos, "los episodios de clima extremos serán cada vez más frecuentes y de mayor intensidad". En concreto, para las próximas décadas, los expertos prevén un aumento de la temperatura, en torno a dos o tres grados, y un descenso de las precipitaciones de un 30 por ciento.

Para predecir la respuesta de las comunidades de matorrales a alteraciones climáticas, los investigadores han explorado si los cambios detectados en la cobertura vegetal y el reclutamiento de las diferentes especies, es decir, aquéllas que llegan a la edad adulta, están relacionados con ciertos atributos o rasgos de la planta, como las hojas, raíces, semillas y tallos.

Los expertos señalan que la mayoría de trabajos que abordan los efectos de eventos climáticos extremos en las especies vegetales utilizan una aproximación demográfica. Ésta consiste en cuantificar las tasas de mortalidad y reclutamiento de las plantas en respuesta a las nuevas condiciones climatológicas.

El enfoque funcional, por su parte, se centra en el análisis de ciertos atributos de las plantas, tanto aéreos --hojas, semillas y tallo--, como subterráneos --la raíz--. "Los estudios que relacionan el comportamiento de las plantas ante episodios climáticos extremos, como eventos de intensa sequía, están centrados mayoritariamente en el análisis de rasgos aéreos de la planta, siendo muy escasos aquellos que consideran también su sistema radicular", explica uno de los coautores de esta investigación, Ignacio Pérez Ramos, del Irnas, centro adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Los científicos han aplicado ambas aproximaciones --funcional y demográfica-- al estudio de los cambios acaecidos en una comunidad de matorrales del Parque Natural de Doñana en respuesta a un evento climático que se produjo en 2005.

Y es que, como apunta Pérez, "ese año se registraron temperaturas muy bajas en invierno y precipitaciones muy por debajo de la media. Éstas dos situaciones de estrés climático afectaron de manera dramática a la vegetación del ecosistema de Monte Blanco de Doñana, a pesar de tratarse de matorrales especialmente adaptados a la sequía".

Los resultados han demostrado, en primer lugar, que "no todas las especies de matorrales responden de manera similar sino que había unas especies más afectadas que otras". Y, en segundo lugar, que "estas diferencias están marcadas por los distintos rasgos funcionales de las plantas", añade.

SEMILLA, AGUA Y RAÍCES

De esta forma, las especies más resilientes o con más capacidad de recuperación fueron las de simiente más grande y una mayor eficiencia en el uso del agua. Así, según el investigador, "una semilla de mayor tamaño contiene mayor cantidad de reservas, confiriéndole a la planta un mayor grado de independencia del medio, al menos durante las primeras fases de su ciclo de vida".

A su juicio, se supone que, en condiciones estresantes, cuando la disponibilidad de recursos del suelo es menor, "aquellas plantas que procedan de semillas más grandes se verán más favorecidas frente a las de menor tamaño, que son más dependientes de esos recursos".

Por otra parte, para comprobar qué especies de matorrales aprovechan mejor la escasez de agua y, en consecuencia, se adaptan mejor a la sequía, los expertos han realizado la prueba del carbono 13. Éste consiste en un análisis químico que determina la cantidad de este elemento químico en la hoja en comparación con el carbono 12. "Las especies de plantas con valores más negativos de carbono 13 son consideradas más eficientes y conservativas en el uso del agua", precisa Pérez Ramos.

La capacidad de adaptación de las especies también está relacionada con algunos rasgos cuantificados a nivel de la raíz. En este sentido, el experto asevera que las especies de plantas con raíces de mayor densidad y diámetro son "generalmente más conservativas", menos derrochadoras en el uso del agua, a expensas de tener un crecimiento más lento. Tener hojas y raíces más esclerófilas, es decir, con tejidos de mayor densidad, parece ser una estrategia "muy recurrente" entre las especies leñosas mediterráneas para combatir la escasez de agua y nutrientes.

RESULTADOS DEMOGRÁFICOS

El estudio, cuyos resultados se recogen en el artículo 'Climatic events inducing die-off in Mediterranean shrublands: are species' responses related to their functional traits?', publicado en la revista Oecologia, se completa con una valoración demográfica. Para ello, los investigadores han analizado la cobertura vegetal del suelo y han identificado los distintos tipos de matorral, diferenciando la proporción de cobertura verde o viva frente a la seca.

Los expertos también han cuantificado el número de plántulas o nuevos nacimientos de las distintas especies. "La sequía de 2005 redujo la cubierta vegetal en un 50 por ciento en tres de las especies más comunes. La cifra es alarmante. Si, además, sabemos que estos matorrales están especialmente adaptados a la sequía, el dato es devastador", afirma el investigador.

RECOGIDA DE DATOS A LARGO PLAZO

Para analizar todos estos cambios, han recogido datos a lo largo de varios años. Así, las primeras informaciones se recabaron en 2007, ya que, según los científicos, cuando sucede un evento climático extremo como una sequía de gran intensidad, la vegetación no responde de forma rápida sino que conviene dejar pasar, al menos, un ciclo reproductivo completo para detectar las consecuencias más importantes.

Las mediciones se repitieron en 2013 con la idea de establecer una comparación y determinar la capacidad de recuperación o resiliencia de la comunidad vegetal. "Después de seis años, la composición de las especies varió ligeramente pero la cobertura de la vegetación se restableció casi por completo. En general, la comunidad de matorrales del área de estudio fue bastante resiliente", señala.

Tras finalizar este proyecto, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, el experto continuará con el análisis de los efectos del cambio global en uno de los sistemas más característicos de Andalucía occidental, la dehesa.

Para ello, volverán a utilizar el enfoque funcional que, como novedad, se aplicará no sólo a las comunidades de plantas sino también a los microorganismos del suelo que interactúan con ellas.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios
ventana.flyLoaderQueue = ventana.flyLoaderQueue || [] ventana.flyLoaderQueue.push(()=>{ flyLoader.ejecutar([ { // Zona flotante aguas afuera ID de zona: 4536, contenedor: document.getElementById('fly_106846_4536') } ]) })