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La pregunta de marras

Por Fernando Jáuregui
jueves 25 de febrero de 2016, 14:21h
He oído de todo acerca de la pregunta quePedro Sánchezha dirigido a los militantes socialistas. Hasta llamarla ‘mussoliniana’, como le escuché esta mañana a un querido y respetado compañero. Permítame el lector reproducirla, aunque seguro que ya la conoce de sobra: “¿respalda estos acuerdos para componer un Gobierno progresista y reformista?”. Me parece una pregunta vaga en todos los sentidos, por lo imprecisa y por lo perezosa, y casi plebiscitaria: puestas así las cosas, también se podría haber formulado con algo así como ‘¿respalda usted los acuerdos a los que pueda llegar Pedro Sánchez, sean los que fueren?’. Pero eso sí: mussoliniana no es, y me parece que hay que tener cuidado con lo que decimos, que la semántica la carga el diablo. Lo digo porque también se han expresado incontables demasías en torno al acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, al que algún/a colega ha calificado como… ¡de Frente Popular!.

Si yo fuese militante socialista, lo más probable es que hiciera lo mismo que muchos afiliados estarán haciendo en estas horas, las que faltan hasta que, este sábado por la tarde, se cierre el plazo para el voto militante: rascarse la cabeza y preguntarse qué diablos quiere decir la pregunta de marras. ¿Se refieren esos ‘acuerdos’, en plural, al pacto, en singular, con Ciudadanos?¿Se refiere la frase a los doscientos puntos contenidos en los sesenta y seis folios pactados entre Sánchez y Rivera? ¿O más bien querrá el secretario general decir que...?

Como entro aquí en párrafo aparte, me voy a permitir discrepar de mí mismo y de lo que digo en el párrafo anterior. Si yo fuese militante socialista, o si me dejasen votar en esta peculiar consulta no siéndolo, quizá me plantearía, al final, votar ‘sí’. No porque me guste plenamente el acuerdo, que me parece que tiene corto alcance y excesivamente poca ambición para lo que, en punto a reformas, necesita este país nuestro. Pero sí respaldaría un pacto, como este, moderado, asumible también por el Partido Popular –si alguien le invitase a asumirlo, claro está- y que sirve para cortar, confiemos que de manera inequívoca y definitiva, con cualquier veleidad de alianza con otras formaciones perfectamente legítimas y hasta necesarias, pero que nada convienen ahora a la gobernación de España. Y hablo, por supuesto, de Podemos, pero también de Izquierda Unida. Y, desde luego, de ese conjunto de fuerzas nacionalistas, y separatistas, que ahora mismo constituyen el principal problema de la nación; un problema que, por cierto, soslaya, mirando hacia el techo, el texto del pacto aprobado por PSOE-Ciudadanos.

Este pacto de los socialistas con Rivera supone que Pedro Sánchez-doctor Jekyll ha superado la dualidad con Pedro Sánchez-míster Hyde, y se ha aliado con el novio al que todos, menos el ‘chico malo’, deseaban. Desligándose así de ese ‘malote’, pero simpático y divertido calavera que goza ejerciendo la noble tarea de ‘épater le bourgeois´. Ha abierto el camino por el que, un día u otro, se llegará a esa ‘gran coalición’, con una u otra fórmula, presidida por aún ni puedo imaginar quién. Pero se llegará.

Porque el pacto suscrito este miércoles, tan raquítico en muchos aspectos, es, como antes decía, y a salvo de algún detalle –como la supresión de las diputaciones provinciales—muy negociable, bastante tolerable también para el PP. Y abre una brecha insalvable con aquella ‘papela’, a mi juicio absolutamente inviable, presentada como programa de Gobierno por Podemos. Es o una cosa u otra, pero ambas no pueden armonizarse. Y lo siento por los portavoces que, desde el PSOE, repiten todavía que ‘no, nunca, jamás’ accederán a un pacto con los ‘populares’. Porque ese pacto, quizá con un PP refundido, probablemente sin Rajoy al timón, acabará produciéndose; es la única salida que se nos ocurre a casi todos para acabar con el embrollo político en el que, entre todos, pero unos más que otros, nos han metido.
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