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Investigan la exposición a estas sustancias en concentraciones ambientales para comprobar cómo influyen en los mecanismos biológicos

Utilizan la almeja japonesa para detectar la presencia de nanopartículas de oro en el mar y evaluar sus efectos

Utilizan la almeja japonesa para detectar la presencia de nanopartículas de oro en el mar y evaluar sus efectos

lunes 14 de diciembre de 2015, 14:10h

Investigadores del Departamento de Ecología y Gestión Costera del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (Icman-CSIC) han utilizado la almeja japonesa para detectar la presencia de nanopartículas de oro en el mar y, así, investigar si la exposición a estas sustancias en concentraciones ambientales puede tener efectos negativos sobre los procesos celulares y moleculares.

La capacidad de filtración de estos bivalvos los convierte en especies "propicias" para la evaluación de los efectos ambientales de nanopartículas y comprobar cómo influyen en los mecanismos biológicos de las especies marinas, según ha informado la Fundación Descubre en una nota.

Debido a sus propiedades físicas y químicas, las nanopartículas de oro se utilizan en una amplia gama de aplicaciones en medicina, biología o química. Están presentes, por ejemplo, en ropa deportiva como los calcetines, ya que eliminan el mal olor. También se liberan en la colada, durante el proceso de lavado.

En este sentido, el investigador del Icman y responsable del estudio, Julián Blasco, ha explicado que las plantas depuradoras "no están diseñadas" para la retención de estas nanopartículas, por lo que estas sustancias acaban en los ríos y, al final, en el mar, ya que "no existen, hasta el momento, mecanismos de filtración industrial para eliminar nanopartículas de aguas residuales". En el laboratorio, se pueden aplicar filtros con un poro "muy pequeño", si bien debido al tamaño de la partícula, "se acaban saturando", añade.

Para estas labores de detección y análisis de efectos, los investigadores han utilizado una especie de almeja --la japonesa (Ruditapes philippinarum)--. Y es que, como apuntan, los invertebrados y moluscos tienen interés porque son organismos filtradores, puesto que son capaces de hacer pasar gran cantidad de agua por sus branquias y concentran las partículas. De hecho, se utilizan en labores de biomonitorización ambiental, por su sensibilidad para detectar concentraciones pequeñas.

Es por ello que los expertos se han planteado comprobar los efectos de las nanopartículas, a escala celular, en estos organismos marinos. "Estudios anteriores apuntaban su capacidad para entrar en el núcleo y los orgánulos provocando inflamación y estrés oxidativo, proceso en el que se producen radicales libres, unas moléculas que causan daño celular", precisa.

Para comprobar los efectos, han diseñado un experimento en el laboratorio, donde estos bivalvos marinos se han utilizado como organismo modelo. Así, han introducido las almejas en acuarios de agua de mar con concentraciones de nanopartículas durante periodos diferentes para ver cómo incidían en sus células, tras lo que han pasado las especies a agua limpia, para comprobar si los efectos eran permanentes o reversibles.

ABSORBIDAS "FÁCILMENTE" EN BRANQUIAS Y DIGESTIVO

Los resultados del estudio 'Citrate gold nanoparticle exposure in the marine bivalve Ruditapes philippinarum: uptake, elimination and oxidative stress response', publicado en la revista Environmental Science and Pollution Research, han demostrado que las partículas son absorbidas "fácilmente" en la glándula digestiva y las branquias.

No obstante, según señala el responsable del estudio, no se produce daño oxidativo en las almejas y la inflamación es "muy baja". Además, se ha observado una eliminación "significativa" del oro en el tracto digestivo, dentro de un periodo de purificación de siete días, en el que eliminan en la excreción importantes cantidades en su paso por el agua limpia.

Ante ello, los investigadores han concluido que, a corto plazo, la exposición a una concentración ambiental de nanopartículas de oro "no puede ser considerada tóxica para el organismo modelo".

Estos ensayos, a juicio de los expertos, suponen "el primer paso" para generar los conocimientos necesarios que establezcan criterios científicos en la precisión del nivel máximo permitido de estas sustancias en el medio ambiente, con la vista puesta en una futura regulación.

"La idea es contribuir a fijar qué concentraciones pueden suponer un riesgo ambiental en la biota acuática en escenarios de cambio global", apostilla Blasco.

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