Y este tiene difícil vuelta atrás. Por sólo nueve votos de diferencia, un Parlamento constituido tras unas elecciones, mediatizadas por la actuación de los medios de comunicación en manos de los separatistas, y una sociedad adormecida por una educación nacionalista, trasferida hace ya muchos años, los independentistas han puesto en marcha el GOLPE DE ESTADO CONTRA ESPAÑA. Los que no lo quieren, que son mayoría, callados y acobardados, cuando no huidos, como yo mismo. Si no se hubiera cedido la educación, si no se hubiera impedido la actuación de la Alta Inspección del Estado, y no se hubiera entregado el control de los medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales, a los separatistas, las cosas hubieran rodado de otra manera. Pero eso queda ya lejos, y no valen los golpes de pecho ni las lamentaciones, porque ya no tiene remedio.
Y si los poderes públicos de España no hubieran consentido los insultos, las vejaciones, las humillaciones, los denuestos, las iniquidades, injurias, agravios, y ultrajes a los que han sometido a España y a sus instituciones, también habría ido todo de manera diferente. Pero tampoco vale lamentarse tontamente ahora: muerto el burro, la cebada al rabo. Se les ha ido dejando poco a poco subirse en el machito, y han acabado demostrando que “tienen más huevos que el macho de Almagro”, porque nadie osó pararles los pies a unos gobiernos que robaban a tirios y troyanos. Y así hemos terminado. Nadie se ha atrevido a dar su merecido a los ladrones de la estelada, a saber por qué. ¿Es que tendrán, todos, algo que esconder? ¿Los tendrán los catalanes agarrados por el escroto, y por eso han estado tanto tiempo callados y soportándolos? A lo mejor, una mano tapa a la otra, y las dos lavan la cara, como dice el refranero.
Pero este es otro asunto. Ya no se trata de ocultar trapacerías, sino de romper España. Ya no se trata de meter ruido para sacar dinero. Los gobernantes de España deben tener muy claro que tolerar este desafío, o no actuar con la contundencia que permiten las leyes, será considerado DELITO DE ALTA TRAICIÓN. Ya sondearon quiénes estaban por la unidad y quiénes no, y parece que los principales partidos estaban por la labor. Antes de que algunos comiencen a agarrársela con papel de fumar, deben, todos a una, coger el toro por los cuernos y acabar, o por .lo menos, intentar acabar con esa locura independentista. Las buenas palabras, los “enamoramientos” que algunos proponen, no conducen a ningún lado, como hemos podido comprobar.
Muchas veces he asegurado que los independentistas no quieren la independencia, sino el barullo que hacen alrededor de la petición. Por eso, los gobernantes deben andar con cuidado. Con una mano hacen ruido y amenazan; la OTRA MANO ESTÁ EXTENDIDA y pidiendo. La semana pasada pidieron no sé cuántos miles de millones del FLA, dicen que para pagar a las farmacias y a los hospitales. Quieren los millones del FLA para gastárselos “en vino”, como hacía el FUDRE, borracho irredento de mi pueblo, al que Dios tenga en su gloria.
Es cierto que, desde la construcción de la democracia, los catalanes han contribuido a su sostenimiento, en los tiempos de Suárez, González, Aznar… hasta los tiempos de Zapatero. Recuerden la intervención de este último en el Palacio San Jordi el 13 de noviembre de 2003. Aunque la cojera venía, como digo, de antes, esa intervención, que aseguraba que “el único que garantizaba el porvenir de Cataluña” era mi tocayo Maragall fue la demostración total de la incapacidad de lo que llamaban los catalanes “el gobierno central”. Polvos y lodos.
De todas las medidas que dice el gallego que va a adoptar (si las adopta), el corte del suministro de los dineros, la acusación de sedición a los independentistas y el control de los mozos de escuadra son medidas oportunas, si son rápidas. Pero deben ser adoptadas ya, de manera inmediata, porque la sedición ya está aprobada. Si comienzan a que si dos días para tal, tres días para cual, y se nos pasa una semana mirando las flores del camino, la cosa tendrá mal arreglo.
Cuando se cae el burro es cuando hay que darle el palo. Y ya se ha caído, mal que le pese a los que puedan acusarme de violento (que no lo soy) o “nacionalista español”, que sí.
Si (
No(
