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Mejor educación

Por Pascual Hernández del Moral.
miércoles 21 de octubre de 2015, 12:46h

Que dice el señor Sánchez, a propósito de la ley de libertad religiosa, que, de ser él el que encabece el nuevo gobierno, la llevará adelante. Dice también que el objetivo de esa supuesta ley, que, aclara, no va “contra nadie” es “garantizar el hecho religioso” y avanzar en la “laicidad del Estado”. Hasta ahora, yo no he sufrido ninguna restricción en el ejercicio de mis creencias, como supongo que tampoco las han sufrido los protestantes, testigos de Jehová, o musulmanes, pongo por caso. O sea, que la libertad religiosa viene ejerciéndose sin ningún problema desde la aprobación de la Constitución. No sé, pues, qué podría regular esa hipotética ley.

A lo peor es que el señor Sánchez confunde LAICIDAD con ACONFESIONALIDAD. El Estado, según dice la Constitución en su artículo 27.3 dice que “los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. Y le encarezco al señor Sánchez que se lea el artículo 16, donde se habla de que cualquiera puede ejercer su libertad religiosa, que es un derecho fundamental, sin más limitación que lo necesario para el mantenimiento del orden público. Eso, señor Sánchez es ACONFESIONALIDAD, no LAICIDAD. Y dejo de lado la mención especial que se hace a la Iglesia Católica, destacándola de entre las demás religiones. ¡Ah!, y no soy un “meapilas”, aunque alguno lo piense.

No debe invertir su tiempo ni su esfuerzo en regular lo que no lo necesita. Los poderes públicos no pueden hacer dejación de sus obligaciones; no pueden, por tanto, dejar de atender lo previsto en ese artículo 27.3 de la Constitución, so pena de inconstitucionalidad. La religión es de oferta obligatoria, pero de elección voluntaria. Si los padres no quieren religión, sus hijos no la tendrán. PERO SI LA QUIEREN, LOS PODERES PÚBLICOS DEBEN GARANTIZARLA.

Sí que el señor Sánchez debería incluir en su programa electoral, no otra Ley de Educación, que, como todas las que hemos tenido en España desde 1878, son socialistas, (y hemos ido de mal en peor) sino algún recurso para mejorar los resultados. Sé de qué hablo porque tengo una experiencia docente de cuarenta y dos años. Se comenzó con la generalización del tuteo y del “coleguismo” con el profesor; hoy se ha perdido por completo el respeto al docente. En un principio, las faltas de respeto sólo las cometían los alumnos más “relapsos”; hoy se ha extendido la falta de educación, el acoso y hasta las agresiones, a todos los estamentos. Hay muchos profesores que piden la baja de enfermedad por depresión, porque son incapaces de aguantar más las vejaciones de alumnos y de padres. Ya sé que esta situación no es general (¡bonito estaría!), pero son algo más que anécdotas.

Aparte de la pérdida del respeto, que corresponde al plano de la EDUCACIÓN, los resultados escolares, el plano de la FORMACIÓN, no puede ser más deplorable. España tiene casi el 22 % de abandono escolar, por encima de Malta, de Rumanía de Portugal y de Italia, muy lejos de Francia, de Alemania y del Reino Unido, países con los que queremos homologarnos. Esta tasa de abandono (y de suspensos y repetidores) se da a partir de tercer curso de Enseñanza Secundaria Obligatoria, aunque no son pocos los que, iniciado el bachillerato, no consiguen acabarlo. Con estos resultados, nuestros alumnos están condenados a ejercer las profesiones menos cualificadas. Y todo esto viene pasando con los gobiernos socialistas, y con los del PP. A intentar mejorar el sistema educativo, iba encaminada la Ley Wert, que ha entrado en vigor este año, y los socialistas ya prometen derogarla sin dejar ver qué consigue. Al fin y al cabo, peor no podemos estar. Y no sirven como excusa “los recortes” en educación que ha hecho el partido del gobierno, y que se han merecido las “mareas”, porque el problema viene de atrás.

El sistema educativo español, como el de cuarenta y cuatro países, se somete a una evaluación externa que se refleja en el INFORME PISA. España ocupa el puesto treinta, entre los cuarenta y cuatro países, lo que da una idea de la “excelencia” de nuestros alumnos, y de nuestro sistema educativo, aunque contamos con excelentes profesionales.

A ello, y no a otras melindres, debería dedicar su esfuerzo el nuevo gobierno, sea el de Zapatero (¡uy, perdón) el del señor Sánchez, sea el del señor Rajoy (o quien quiera Dios). Si hemos de arreglar España, debemos comenzar POR MEJORAR LA EDUCACIÓN y la FORMACIÓN de los españolitos. Y esa mejora no se consigue sólo con más recursos económicos, sino con la recuperación de valores como la aplicación al estudio, el respeto, y el amor al trabajo.

Así que a dedicarse a lo serio. Que así sea.

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