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Más sobre el ruedo ibérico

Por Benito Fernández
lunes 24 de agosto de 2015, 09:57h

Siguiendo con el simil taurino de mi anterior artículo, conforme se acerca la fecha de las elecciones catalanas o la charlotada que protagonizanArturito Mas, “El niño de Pujol” y sus enanitos toreros, los portavoces autorizados de la independencia y la estelada van subiendo el tono de las chorradas para gozo de sus incondicionales. Primero fue la tal Monserrat Capulla, perdón,Carulla, la que dijo aquello de queFrancohabía enviado a Cataluña trenes cargados de andaluces para disolver la identidad catalana. Aparte de demostrar una incultura rayana en el más puro analfabetismo, la Capulla en cuestión ha hecho gala de su apellido tergiversando una realidad que muchos españoles y catalanes hemos vivido en primera persona. Qué más quisieran los miles y miles de familias de emigantes andaluces que se vieron obligadas a marcharse con lo puesto y una maleta de cartón atada con una guita a Cataluña en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo queFrancoe hubiese pagado, al menos, el billete del tren, “el catalán”, que los llevaba a Barcelona tras un incómodo viaje de más de veinticuatro horas. Y que más quisieran esas mismas familias, muchos de cuyos hijos nacidos en Cataluña, se han convertido en “charnegos” defensores a ultranza del “país catalá”, queFrancole hubiese dado un buen empleo, un piso y las oportunidades que el régimen le dio en esos mismos años a los nacidos en aquellas tierra. Los andaluces que desembarcaron entonces en Cataluña trabajaron como condenados de sol a sol, ganando a veces sueldos míseros y teniendo que vivir hacinados en pisos en las zonas más marginales de Barcelona, Sabadell u Hospitalet. Y su trabajo y esfuerzo contribuyó decisivamente al desarrollo de la región. Y sus hijos, como he dicho, se han convertido en su mayoría en los más acérrimos defensores de la independencia catalana que se inventó la burguesía acomodada deMaciay compañía.Vamos que las idioteces de la Capulla, perdón, de laCarulla, sólo son comparables a las sandeces de sus jefes de filas en la candidatura sobre lo de “España nos roba”

El último en soltar otra necedad en cascada ha sido nada más y nada menos que el consejero, conseller lo llaman ellos, de Justicia del “gubern” de Mas, un tal Germán,Gordó, al que le ha dado el pronto expansionista y propone que la independencia de Cataluña integre a todos aquellos territorios españoles que hablan su idioma, es decir, Cataluña, Valencia y Baleares. Alude el nota a los territorios que ellos denominan “paisos catalans” y que incluyen también parte de Aragón. El irrisorio sofisma es de tal alcance y magnitud que si los andaluces lo aplicáramos podríamos reclamar la práctica totalidad del territorio nacional que conquistaron los miembros del Califato de Córdoba en los siglos X y XI, o que los italianos reclamasen todos aquellos países que formaban su Imperio en los que se hablaba el latín. ¿Habrase visto mayor despropósito? Bueno, pues la mitad de los catalanes, abducidos por el sistema educativo que la Generalitat ha impuesto a sus escolares en las últimas décadas, se creen a pies juntillas todas estas pamplinas y no solo no las ponen en duda sino que son capaces de partirte la cara si tratas de rebatírselas. Con esos mimbres no es de extrañar que apoyen mayoritariamente a esa lista unitaria de la Sociedad Civil que encabeza un calvo parecido al ministro griegoVarufakisy cuyo candidato a presidir la Generalitat,Arturito Mas,ocupa el puesto número cinco. Inaudito.

De aquí hasta el 27 de septiembre nos quedan por oir una serie de tonterías que nos vana dejar pasmados. Y tenemos dos opciones, o tomárnoslas en serio o no hacerle ni puto caso. Yo soy de la opinión de que los dejemos a su aire, que sigan con su charlotada sin que le compremos una sola entrada. Porque como nos tomemos en serio la sarta de chuflerías que van a soltar por esas boquitas en los próximos días nos veríamos obligados a adoptar medidas bastante duras que sufrirían no sólo los gilipollas del independentismo, sino el resto de los ciudadanos catalanes que no comparten la mayoría de sus premisas y que son casi la mitad de la población. La Constitución española, aprobada mayoritariamente también por el pueblo catalán, recoge en su articulado alguna norma aplicable en este caso. Sería penoso que el Gobierno de España, ya sea del PP o del PSOE, se viese obligado a acudir al artículo 155.

Hay quien acusa al PP, y más concretamente aMariano Rajoy, de haber permitido que se llegue a la actual situación. Es posible que la pasividad del presidente del Gobierno haya dado pie a los despropósitos de Mas, pero no lo es menos que todos los presidentes que hemos tenido en democracia, desdeSuárezaRajoypasando porGonzález,AznaryZapatero, han contribuído con sus renuncias a no pararle los pies al independentismo. Esperemos que el próximo que venga en enero, que con muchas posibilidades podría ser el tonto en vísperas dePedro Sánchez, no se deje comer el coco por sus alidos de Podemos y se vuelva a bajar los pantalones en un proceso independentista que, entonces sí, podría ser ireversible.

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