El camino pasa por 2.248 municipios y una Comunidad
martes 24 de septiembre de 2013, 23:38h
Ya está. Ha
costado más de dos años y no pocos disgustos a la Junta sacar adelante, como lo ha hecho este martes, la reforma local que adopta en
estas tierras el nombre oficial de Proyecto de Ley de Ordenación del Territorio
de la Comunidad de Castilla y León. El resultado es un texto legislativo que no
lo conoce ni la madre que lo parió, sensu stricto, más que nada porque han sido
muchos los cambios, modificaciones, toques y retoques que se han tenido que
hacer para que viera la luz. Primero, porque los propios munícipes del Partido
Popular rechazaron y enmendaron un proyecto de ley al que, de entrada, dijeron "no".
Luego sería sí. Han sido necesarios muchos viajes y mucha pedagogía para
hacerles entrar en razón y muchos
encuentros, secretos y no tan secretos, en la dirección regional del PP para
convencer a alcaldes y presidentes de la diputación. Y parece que se les convenció.
Por el
camino se quedaron algunas cosas, como los distritos, con los que se pretendía
denominar a lo que ahora son las mancomunidades de interés general. Sonaba
demasiado a urbano para una comunidad con tanto mundo rural y por ahí nadie estaba dispuesto a pasar.
También ha
habido incorporaciones importantes que han permitido al PSOE pasar el mal trago de apoyar el proyecto
estrella de la Junta para la actual legislatura. Pero era sí o sí. Había demasiadas
cosas en juego por ambas partes.
Y como
parece que éramos pocos y..., en el último momento se incorporan la Ley los
integrantes del Diálogo Social -sindicatos y patronal, para entendernos-, que a
este paso van a necesitar el don de la ubicuidad (de la bilocación, como sor María
Jesús de Ágreda, que diría Herrera) para estar en tanto sitio como se les
requiere.
En
definitiva, un tortuoso camino para una Ley de Ordenación del Territorio que no
tiene un escenario precisamente fácil. La elaboración del mapa de servicios
volverá a abrir la caja de los truenos cuando todos los pueblos, grandes y pequeños,
quieran colocarse a la altura de, como mínimo, una capital de comarca (¡ay!, se
me escapó comarca). Antes, tendrán que haber aprendido a diferenciar las
unidades básicas, de las áreas funcionales
estables y éstas de las mancomunidades de interés especial. Todo es cuestión de
tiempo.
La Ley castellano y leonesa también se encontrará, a no
tardar, con su homóloga nacional, aunque de rango superior, no se nos olvide.
Habrá problemas, seguro, si bien es cierto que de momento se han suavizado las
pretensiones iniciales de Cristóbal Montoro que a punto estuvo de hacer de la
Comunidad más grande de Europa la de menor número de municipios.
No vamos
a negar la satisfacción de PP y PSOE, De Santiago-Juárez y Óscar López, por
haber conseguido sacar adelante la Ley con un amplio consenso y por
haber blindado los servicios esenciales. Los dos han estado de
acuerdo en que el camino empieza ahora y pasa por 2.248 municipios, los que tiene
Castilla y León y a los que están obligados a poner orden.