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Crónica desde un Pabellón de la Feria de Muestras

Crónica desde un Pabellón de la Feria de Muestras

viernes 15 de marzo de 2013, 11:00h
Tenia aún en mi memoria, el recuerdo del Salón Alimentaria de hace un par de años y su bullicio de visitantes, expositores y, como no, el recuerdo de un número elevado de stands institucionales.

Esta mañana, a lo largo de tres horas, he recorrido, visitado, degustado, conversado y discutido con muchos expositores de la vigente edición de la feria Alimentaria y créanme que sin ningún tipo de duda tengo que decirles que he salido desencantado, desilusionado, decepcionado e incluso enfadado con lo que he visto.

Es cierto que los tiempos han cambiado y que el mundo de las ferias, quieran o no quieran, tiene que renovarse o morir sin solución. Pero no se puede celebrar una feria de alimentación como la que este año nos ofrece la Feria de Muestras.

Estamos hablando de una de las dos únicas ferias que merecerían todo el apoyo institucional posible. Una de esas ferias es Intur y la otra es Alimentaria. El sector agroalimentario de Castilla y León no es que sea determinante para el futuro de esta tierra, es que el futuro de esta tierra pasa en primer lugar por saber elaborar con calidad nuestros productos de alimentación y nuestros vinos, y en segundo lugar por saber venderlos.

Y si el Ayuntamiento de Valladolid, la Diputación de Valladolid, la Cámara de Comercio de Valladolid y la Junta de Castilla y León, integrantes del consorcio ferial, montan una feria de alimentación de nuestros productos, tienen que hacerlo con la calidad y el prestigio que se merecen.

Mucha gente bebiendo y degustando los pocos vinos y los escasos productos de alimentación que allí se exponían. Cuatro artesanos, cinco productores de queso y tres chacineros, hacían compañía a las seis o siete bodegas de vino Ribera de Duero, Toro o Rueda que allí estaban. No quiero reproducir los comentarios de los expositores al ver el tipo de visitantes que una y otra vez pasaban por sus stands en busca de algo que llevarse a la boca.

No es que yo sea un gran experto en ferias, aunque algo sé, pero durante mas de cuatro horas de visita, no pude ver ni a un solo importador extranjero. No sentí en ningún momento la acumulación en los stands de algún tipo de transacción importante y sobre todo, no percibí en los expositores ese buen sabor que deja la compensación de un esfuerzo económico a cambio de unas expectativas de venta futura. Nada. No había nada. Perdón, si había. Había mucho productor de Castilla y León, curiosos, amigos y compromisos.

Se muy bien como se rellenan huecos en las ferias y como se simulan vacíos y créanme, esta mañana al ver que la mitad de único pabellón que cubre la feria, estaba ocupado por unas clases de degustación, un concurso de cocina, una exposición de sartenes y un vendedor de cajas de regalo, me di cuenta que ninguna de las instituciones que integran el consorcio es consciente de lo que está haciendo con nuestra primera industria local.

Daniel Movilla
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