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¡Ay, Penélope! Calla y teje

¡Ay, Penélope! Calla y teje

domingo 10 de marzo de 2013, 22:53h
(Estribillo) ¡Ay, Penélope! De la flamante fusión a la mediocre integración, para culminar la faena "como sea", con una venta in extremis, cual flotador salvavidas... ¡Ay! Pero ssssss: calla, no abras la puerta a la represalia.

A tres semanas de agotar el primer trimestre del sexto año de esta devastadora crisis, la escasa perspectiva histórica se funde con la ironía. El refranero español lo relata en pocas palabras y mucha sabiduría: unos tienen la fama y otros cardan la lana.
España declara una deuda (pública y privada) que prácticamente triplicaba el PIB anual a finales de 2012. Casi tres billones (sí, con b de barbaridad) de euros. Pero, ¿cómo ha evolucionado durante los últimos cinco años? He aquí la ironía.

El sector privado (empresas y familias) ha logrado reducir su ingente deuda en más de 233.000 millones de euros. Un esfuerzo notable, sí. Porque mientras se apretaba el cinturón del gasto -que así va la demanda interna-, los poderes públicos daban una o dos vueltas de tuerca a la carga fiscal sobre empresas y familias.

Y mientras, en ese mismo periodo, el sector público ha elevado su deuda en medio billón (sí, con b de barbaridad) de euros.
Solamente en el año 2012 de la austeridad y del sacrificio compartido, tanto empresas como familias han reducido su ingente deuda en 140.000 millones de euros. Pero, ¡oh, casualidad!, el sector público ha ido en dirección contraria: ha amasado una deuda adicional de 146.000 millones de euros.

(Estribillo) ¡Ay, Penélope! De la flamante fusión a la mediocre integración, para culminar la faena "como sea", con una venta in extremis, cual flotador salvavidas... ¡Ay! Pero ssssss: calla, no abras la puerta a la represalia.

Ahora bien, eso sí, la Agencia Tributaria ha logrado una recaudación récord en 2012: casi 169.000 millones. Lo que significa que el contribuyente (empresas y familias), además de reducir su deuda, se ha visto obligado a responder a la llamada: Hacienda somos todos. Y ha aportado un 10,5% más que hace cinco años por cuenta del IRPF. Y un 6,1% más con cargo al Impuesto de Sociedades. Y un 50% más por la vía rápida del IVA...

No es que hayan ido mejor los negocios, no. Todo lo contrario. No es que hayan mejorado los salarios, no. Todo lo contrario. Las rentas brutas de explotación (beneficios de empresas y autónomos, en definitiva) se han desplomado en estos últimos cinco años por encima del 46%. Las rentas salariales han caído un 44%... ¿Y los impuestos? En dirección contraria, claro. Los impuestos sobre la producción han aumentado el 9,6%.

Debe ser cierto, como apuntan los expertos, que el gasto público es la clave. De hecho, el gasto público gripó el motor de la remontada en 2009. Y... ¡lástima!, porque se disparó el automático y entró en funcionamiento un diésel Macatás 904 del año 1959. Un motor rocoso, dicen. Estupendo, sí. Pero, en fin, más bien lento. Muy lento. Y ya se sabe: cuando la deuda nacional, pública y privada, llega o supera el 90% del PIB, lo que sí está asegurado es un efecto perverso: un punto adicional menos en la tasa de variación anual del PIB.

(Estribillo) ¡Ay, Penélope! De la flamante fusión a la mediocre integración, para culminar la faena "como sea", con una venta in extremis, cual flotador salvavidas... ¡Ay! Pero ssssss: calla, no abras la puerta a la represalia.

Manuel Trapote. Periodista
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