Compás de espera

Compás de espera. De tensa espera. La plantilla del Banco Caja España-Duero mira hacia el mes de febrero con una irónica esperanza. Con la esperanza de que, de una vez por todas, se ponga fin a este largo periodo de incertidumbre sobre el futuro de la entidad. Un largo periodo de deterioro del negocio y de los resultados.

Unicaja, que ha entrado hasta la mismísima cocina de España-Duero, reaccionó tarde. Y ahora, aunque Bruselas podría hacer una excepción -quién sabe- y comprometer el futuro del banco autonómico bajo el paraguas de Unicaja, la previsión oficial sitúa a España-Duero a las órdenes del Frob, con un objetivo meridiano: sanear las cuentas y proceder a la venta del joven banco castellano y leonés con sede social en Madrid.

Por eso, a estas alturas y después de tantos meses de una inexplicable ausencia de información, los empleados de España-Duero casi hasta prefieren afrontar el futuro de la mano del Frob. En general, están hartos de las prolongadas reflexiones, propuestas y contrapropuestas del amigo Medel. Y de las de su presidente Evaristo del Canto, evidentemente.

Los empleados del joven banco saben, en todo caso, que este año y el próximo -al menos- serán especialmente difíciles. El proceso de saneamiento contempla un "ajuste" laboral que expulsará muy probablemente a más de mil trabajadores de la entidad. El empleo vuelve a ser la cara más dramática de esta agobiante crisis. Pero su situación actual, en activo, no es menos dramática. La salida de recursos y la progresiva pérdida de clientes es tan dolorosa, casi, como un despido negociado. O, en el peor de los casos, como un despido por encima de las condiciones que permite el nuevo marco laboral.

Al parecer, la primera quincena del pequeño mes de febrero encierra todas las claves. Atentos, pues, a la pantalla amiga. Da comienzo el principio del definitivo final de las históricas Caja España y Caja Duero que un día pactaron un matrimonio bienintencionado. En pocos meses, este joven matrimonio pasará a la historia de Castilla y León como un ítem más de los grandes fracasos de la Comunidad. Atentos, pues, a la pantalla amiga.

Manuel Trapote. Periodista.