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La macrocefalia de las cajas

La macrocefalia de las cajas

domingo 08 de julio de 2012, 21:09h
Pues resulta que sí, que ahora, a la luz de los datos más recientes, los empleados de las antiguas cajas de ahorros se han cargado de razón. Los recortes de oficinas y de personal aplicados por los nuevos bancos, con el fin de garantizar su viabilidad se han llevado a cabo de una manera excesivamente descompensada. Las nuevas entidades han suprimido oficinas y se han desprendido de personal, pero mantienen prácticamente su antigua estructura de dirección, servicios centrales y cargos intermedios... Una deformación conocida como macrocefalia.

Esa es la conclusión del estudio realizado por el IESE Business School y la consultora americana ATKearney. Entre 2008 y marzo de este año, el sector financiero ha suprimido más de 6.200 oficinas en España (un 13,5% del total), pero aún tendrá que aplicar un recorte equivalente a un 25% adicional (casi mil oficinas más). Sin embargo, el informe añade que el mayor peso de "la reestructuración inicial ha recaído en las oficinas, más que en los servicios centrales", por lo que ahora tendrán que "reducir sus costes operativos y de estructuras centrales e intermedias antes de eliminar de forma masiva puntos de venta", porque éstos siguen siendo "el componente clave" de la estrategia comercial, con un "alto potencial" en términos de competitividad y rentabilidad, si se adaptan tecnológicamente a las nuevas exigencias de la clientela.

Los empleados de las antiguas cajas de ahorros de Castilla y León saben muy bien que trabajan en entidades abocadas, para sobrevivir, a un rápido proceso de adelgazamiento. Saben muy bien que sus percepciones económicas están por encima de la media. Pero están en lo cierto cuando exigen a sus respectivas direcciones (con despacho en otras autonomías) que midan sus decisiones con una mayor lógica y proporcionalidad.

La red bancaria total en Castilla y León, que contaba con 3.144 oficinas en 2008, ha perdido casi 380 desde 2008 (en marzo había 2.766 sucursales). Y seguramente se reducirá en medio millar de oficinas más.

Si se atiende únicamente a las seis antiguas cajas, éstas han perdido casi 200 sucursales y cerca de 1.150 empleados. Sin embargo, aún conservan prácticamente sus respectivos servicios centrales y las estructuras de cargos intermedios. De hecho, se calcula que los servicios centrales siguen concentrando en torno al 25% de los empleados, cuando lo ideal es un 15%.

En el caso del Banco España-Duero (que abordará una nueva reestructuración de la plantilla en 2013, tras su incorporación a Unicaja Banco), no sólo conserva unos servicios centrales inflados como consecuencia del atípico proceso de fusión España-Duero, sino que recientemente ha ensanchado su estructura de cargos intermedios.

Y es que, quizá para amortiguar los recortes salariales programados, la entidad autorizó la promoción de más de sesenta empleados de la antigua Caja España, ante el asombro y una cierta indignación del resto. Unos sesenta ascensos que explican, por otro lado, el sorprendente incremento de los costes laborales experimentado por la entidad.

Un proceso que contrasta, al mismo tiempo, con la progresiva pérdida de cuota de mercado de las seis antiguas cajas, en beneficio -fundamentalmente- de los bancos más competitivos y más solventes (Santander, BBVA y Caixabank).

Atrás quedaron los años dorados, no tan lejanos, en los que las cajas regionales administraban el 63% de los depósitos (once puntos por encima de la media nacional del sector) y el 55% de la actividad crediticia (seis puntos más que la media). Pero el estilo de gobierno, al parecer, poco ha cambiado.

Manuel Trapote. Periodista.
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