Una asignatura pendiente, nuestro idioma

Si la marca España, como dijimos el otro día, debería ser uno de los más eficaces instrumentos de promoción de nuestros productos en los mercados internacionales, el idioma español tiene que ser, uno de los pilares sobre los que se asiente el nuevo patrón de crecimiento del que necesariamente se tiene que dotar nuestro país, si quiere salir, mas pronto que tarde, de esta profunda crisis económica y de identidad en las que estamos instalados desde hace unos años.

El idioma español es una herencia que representa un valor en sí mismo, como se pone de manifiesto al comprobar que es la lengua materna de 450 millones de personas en todo el mundo, a los que se suman alrededor de 50 millones más que lo han estudiado y lo utilizan como segunda lengua.

Estos datos, tan elementales como atractivos, han animado a la puesta en marcha en nuestra tierra, de numerosas iniciativas públicas y privadas, cuyo objetivo no ha sido otro que poner en valor un activo que une a 500 millones de personas en todo el mundo. Y si bien es cierto que el éxito de dichas iniciativas, con la Universidad de Salamanca y el Instituto Cervantes a la cabeza, ha sido más bien positivo, no es menos cierto que se advierte un enorme vacío institucional en el apoyo de nuestro idioma como seña de identidad y banderín de enganche de España en el ámbito internacional. De nuevo marca España.

Yo espero que exista de verdad una ofensiva pública general e inmediata en este sentido. ¿Se imaginan ustedes a Pau Gasol, a Julio Iglesias, a Carreras, a Montserrat Caballé, a Calatrava, a Fernando Alonso, a Rojas Marcos, a Banderas, a Bardem, a Penélope Cruz, a Pérez-Reverte, en fin, a todos nuestros iconos internacionales, haciendo una promoción de España como la cuna del idioma español?

Una ofensiva así, debería dar como resultado la consolidación de España como la plataforma internacional indiscutible de la enseñanza del idioma. Es decir, algo así como un gran ofensiva del español, promovida y pilotada desde el Gobierno, como herramienta estratégica de nuestro asentamiento institucional, económico-financiero y social en el teatro internacional.

Daniel Movilla