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Salvemos la universidad

Salvemos la universidad

Por Óscar Sánchez
domingo 04 de marzo de 2012, 23:26h
He querido dedicar mi primera colaboración en Diariocrítico a un tema que me afecta personalmente, pues soy miembro de la comunidad universitaria, pero que es también una de las cuestiones clave del futuro de España y de Castilla y León.

¿Ustedes cómo creen que nuestro país puede competir en una economía globalizada?, ¿bajando salarios?, ¿empeorando las condiciones laborales? Parece claro que no, parece claro que en la sociedad del conocimiento solo podremos competir a base de saber más, de inventar más y de ser más creativos e innovadores que los otros. ¿Y eso, dónde se aprende? Pues, básicamente en las universidades y centros de investigación.

Entonces, si recortamos los presupuestos de las universidades y de los centros de investigación, si ponemos en entredicho la política de becas, si dejamos de financiar los proyectos de investigación, si cercenamos las posibilidades de crecimiento de los departamentos universitarios y de los laboratorios, ¿no estaremos hipotecando nuestro futuro? Obviamente, sí, y por eso resulta imperdonable que se esté llevando a cabo una política tan irracional y tan suicida a medio y largo plazo.

No quiero extenderme en la descripción de los recortes, que se encuentra en todos los noticiarios cada día, pero sí en la enumeración de algunas de las consecuencias que están provocando: cierre de líneas de investigación en marcha e imposibilidad de abrir nuevas líneas; despidos o falta de contratación de profesores e investigadores, muchos de ellos jóvenes doctores en los que la sociedad ha invertido un dinero que ahora se perderá; falta de renovación generacional en el estamento docente e investigador, apreciándose ya el fenómeno de la pirámide invertida; fuga de investigadores hacia centros del extranjero en busca de mejores condiciones laborales; degradación de la calidad de la educación superior y, por ende, de la formación de nuestro capital humano; debilitamiento de la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación superior, que no solo es injusto, sino que es también ineficiente, pues impide el aprovechamiento completo de los recursos humanos potenciales existentes en la sociedad...

Castilla y León no está, por desgracia, al margen de esta desastrosa política. Estamos hartos de escuchar a nuestros gobernantes que las universidades son uno de los principales activos de nuestra Comunidad. Sin embargo, los números cantan y, para este año, el recorte en la transferencia de la Junta a las Universidades públicas para cubrir el Capítulo 1 de sus presupuestos, es decir, el dinero que sirve para pagar los gastos de personal, va a ser del 3 %. Eso supone que muchos contratos no podrán renovarse y que no podrán hacerse nuevas contrataciones, lo que supondrá dejar en la calle a muchos profesionales que trabajan en la universidad como profesores asociados y a muchos jóvenes investigadores cuando finalicen su etapa de formación como becarios. También se frenarán las posibilidades de promoción dentro de la carrera docente.

A ello hay que sumar que la Junta sigue sin resolver la convocatoria de financiación para proyectos de investigación, pendiente desde el año pasado -y se prevé que el recorte va a ser importante-, los tijeretazos en la financiación de centros de investigación de referencia, como el centro de investigación del cáncer de Salamanca, y el parón brutal en las inversiones en infraestructuras universitarias.

El gasto en I+D de la Comunidad de Castilla y León fue en 2010 (último dato publicado por el INE, en noviembre de 2011) de un 1,06% del PIB, menor que el 1,12% de 2009, que a su vez fue menor que el 1,27 de 2008, lejos del 1,39%, que es la media nacional de 2010, y muy lejos del entorno del 2,1%, que es donde se sitúa la media europea. No es normal que con cuatro universidades públicas y otras cinco privadas nuestros datos sean tan bajos.

La política universitaria (o, más bien, la "no política") seguida por la Junta de Castilla y León desde que se asumieron las competencias en el año 2000, ha sido nefasta -independientemente de los efectos de la crisis-: Proliferación de centros y titulaciones sin ninguna planificación, sin ninguna búsqueda de especialización y complementariedad, y ausencia total de estrategia en materia de investigación. Mientras tanto, miles y miles de jóvenes titulados abandonaban cada año nuestra Comunidad después de haberse formado en ella.

La extensión de nuestra red universitaria se ha hecho con criterios exclusivamente provincianos, siguiendo la máxima del "café para todos", con una falta de criterio muy similar a la existente, por ejemplo, en materia aeroportuaria. Cuando había dinero, esto no parecía preocupar a nadie, pero ahora la situación se torna dramática. A la vista de la forma en la que la universidad se ha gestionado por ésta y otras Comunidades Autónomas, me pregunto si no ha llegado la hora de abrir seriamente un debate sobre la recuperación de las competencias en esta materia por parte del Estado.

Pero, ahora, lo urgente es salvar la universidad y la investigación y parar esta política suicida de recortes que nos condena a volver a la penuria de otros tiempos. Es necesario que la sociedad se movilice y que la comunidad universitaria despierte de su letargo antes de que sea demasiado tarde.

Óscar Sánchez Muñoz. Profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Valladolid.
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