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Sabiduría y política

Por Eduardo Keudell
lunes 14 de noviembre de 2011, 21:24h
Por supuesto que la política es prescindible. En una sociedad de sabios no haría falta política alguna. ¿Se imagina una sociedad de hombres y mujeres sabios? Pues no les haría falta un orden reglado para vivir en la polis, si no que se manejarían de manera sabia. Por ejemplo, hay formas tribales, todavía no contaminadas por la política, que buscan las respuestas en la naturaleza, y saben interpretar su logos silencioso. Son tribus de sabios, que lamentablemente van pereciendo a manos de la política invasora. Entender es de sabios, y resulta obvio que la política nuestra carece de entendimiento.

¿Cómo se llega a la sabiduría? A través de la razón. Y esto es un drama, porque la política actual es ajena a la razón,  precisamente porque intenta perdurar. La política obra en contra de la razón porque su continuidad depende de ello. Lo explicó muy bien Spinoza, hace siglos, con cierta resignación porque a su racionalismo opuso el pasionalismo, es decir que reconocía que a la razón se opone la pasión, y suele triunfar ésta.

Desde Spinoza hasta hoy la razón ha ido menguando y a la historia me remito. Se han impuesto las creencias, como deposiciones de la Gran Mentira, en contra de la verdad liberadora. El miedo a la libertad que explicó Fromm, se ha consumado en las ataduras a los rigores de la moneda única y la creencia en la "unión europea", una invención surrealista sobre un campo de batalla. Los dirigentes estúpidos soñaban con la armonía anterior a Babel, cuando de lo que se trataba en realidad era de una confabulación alemana. Lo onírico, como advirtió Freud, nos permite vislumbrar el trauma que padecemos, y de qué carecemos. Padecemos el alto precio que ha puesto la moneda a la palabra, y carecemos de la comunicación, es decir la Torre de Babel en el peor sentido de la invención. El talking cure que descubrió Freud, se refiere a la cura por la palabra, pero la palabra ahora tiene un alto precio monetario, y la gente debe pagar para que la escuchen. Le paga al analista o bien le paga al político para que hable por la gente, y la gente escucha las estupideces que dice el político rentado y se da cuenta del error, de que el pueblo debería recuperar la palabra que perdió a manos de la política, tan distinta y distante de la razón. Sabiduría y política se rechazan, y a lo sumo la conjunción, como dijo Aranguren en "Ética y política", es un puente muy frágil, que en mi opinión ya no existe.

El problema es cómo recuperar la palabra en pos de la razón. Cada tanto arden París, Londres, Atenas, Nueva York, quizá Madrid, a causa de las movilizaciones de las gentes que han perdido la palabra y no saben cómo recuperarla. Hasta las religiones dicen que "primero fue el verbo", pero ahora no hay verbo que conjugar y no se halla otro camino más que el regreso al gesto, la onomatopeya, el golpe, el fuego, porque la dictadura financiera se apropió de la palabra y disolvió el lenguaje. Que no crean los políticos que están a salvo de la extinción. Hay un límite, invisible pero perceptible, que se intuye como un lenguaje arcaico que sustenta la razón. Como las tribus de sabios, cabe buscar la punta de la razón en el logos de la naturaleza, porque allí están las respuestas, lejos del aire putrefacto de la polis.

Eduardo Keudell. Periodista y escritor.
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