Casi dos horas de 'cara a cara' con más confrontación de la esperada
Rubalcaba no consiguió sus expectativas: Rajoy se afianza
martes 08 de noviembre de 2011, 00:18h
El insoportable peso de las encuestas se ha hecho notar en el único
debate electoral que Rubalcaba y Rajoy han mantenido en directo en la
noche de este lunes. Rubalcaba salió como perdedor, se mostró agresivo y
sacó la imagen del 'doberman' que tan pésimos resultados le dio a
Felipe González en 1996. Pero se encontró con un Rajoy que -esta vez sí-
llevaba muy bien preparado el debate, no cayó en las trampas que le
tendió Rubalcaba y ofreció una imagen de fiabilidad y de credibilidad no
lograda en anteriores ediciones. Rubalcaba no consiguió lo que se
proponía y no parece que las encuestas varíen en intención de voto tras
este debate que el candidato socialista no ha logrado ganar.
En las dos horas del único debate electoral en directo en el Palacio de Congresos de Madrid se ha podido ver a un Mariano Rajoy más
seguro de sí mismo que a lo que nos tiene acostumbrados en debates
anteriores. Tranquilo, sereno, con apariencia de muchas tablas -al
menos, apariencia- y mayor dominio de la situación. La imagen,
impecable, muy cuidada por su equipo de maquillaje y, desde luego, de
telegenia. Los gestos estudiados, y sin perder nunca la calma.
En el otro lado de la mesa, a la izquierda de la pantalla del espectador, a Alfredo Pérez Rubalcaba
se le notó nervioso en según qué momentos, muy agresivo, con formas
descuidadas -él, que suele escuchar primero y responder contundentemente
después- interrumpió constantemente a su oponente. Y en cuanto a la
imagen, la labor de sus maquilladores no pudo impedir que se pudieran
apreciar según qué momentos inflamadas las venas en las sienes.
Rubalcaba
intentó por momentos atacar la gestión del gobierno de Aznar -al que no
citó ni una vez-, descalificando así de entrada los supuestos 'logros'
de los que previsiblemente le podría hablar Rajoy respecto de la 'buena
gestión' en el periodo 1996-2004. Usó una táctica ya antigua y ensayada
por Felipe González en 1996, como es la de que 'cuidado con la derecha
que si viene peligran las pensiones, la educación y la sanidad pública'.
Pero
fracasó el candidato socialista en su objetivo: no convenció con sus
acusaciones, que no pudo probar, sobre el supuesto 'programa oculto' del
PP; le salió el tiro por la culata en cuanto a las pensiones -fácil lo
tuvo Rajoy, recordando sólo que fue él, Rubalcaba en el Gobierno de Zapatero,
el que ha congelado las pensiones por primera vez en la historia de
España-, y su insistencia sobre que Rajoy va a suprimir o recortar las
prestaciones por desempleo se le volvió en contra ante las respuestas
contundentes de Rajoy.
Rajoy llevaba aprendidas las lecciones:
"Los únicos que han aportado dinero a los bancos han sido ustedes, no lo
olviden", les dijo, por ejemplo, frente a las acusaciones de que
ayudarán a los bancos; o con un facilón y contundente: "Ahora nos viene
prometiendo una serie de cosas, pero, oiga, ¿por qué no las hizo antes?
¿Es que se les ha ocurrido ahora?", sobre la gestión de Rubalcaba
durante todo el Gobierno de Zapatero, cuya gestión, según Rajoy, es
evidente: cinco millones de parados.
Los dos candidatos han usado
la táctica manida del "usted miente", pero en honor de la verdad fue
Rubalcaba quien lo inició. Y fue Rubalcaba el que habló más veces
-consiguió ahí hacer su mensaje principal- que en estas elecciones nos
jugamos el futuro de España entre dos modelos muy distintos: el suyo y
el del PP, que, según él, es antisocial y el de los recortes. Pero Rajoy
estaba preparado:
"Usted miente y lo que está dejando caer aquí
es una insidia", le dijo. "Yo no voy a modificar el seguro de
desempleo, los que lo han hecho han sido ustedes", que además
"permitieron que los contratos temporales puedan duran toda la vida".
Fue
Rajoy, claro, el que habló más de las enormes cifras de desempleo, como
era de esperar. El tema del paro lo sacó a colación al menos en diez
ocasiones a lo largo del debate. Rubalcaba lo sacó en tres, para
reconocer que, efectivamente, la situación es muy difícil, pero que "sé
que la situación es muy complicada y no tengo solución para solucionar
los problemas, pero no me echo para atrás, no me arrugo".
Y fue
Rajoy, claro, el que uso la baza de la incapacidad del Gobierno del que
hasta hace unos meses formó parte el propio Rubalcaba: lo hizo hasta en
seis ocasiones contabilizadas. En esos puntos, Rubalcaba no entró al
trapo, respondiendo con el consabido contraataque de los recortes
sociales que supuestamente están contenido en el también supuesto
programa oculto del PP: "Yo le digo lo que va a pasar: usted va a
cambiar el sistema de prestaciones por desempleo... Yo creo que va a ser
así". Pero la respuesta fue también contundente: "Le repito por última
vez que yo no voy a reducir las prestaciones de desempleo, tal y como y
ustedes han hecho".
Consiguió Rubalcaba, no obstante, un tanto al
reconocer Rajoy que no se sabía de memoria su programa. Un fallo del
líder del PP, sin duda, que ante la trampa de preguntarle 'qué pone en
la página 116, párrafo tal...' podía haberse evadido con facilidad. No
estuvo hábil. Pero tampoco lo estuvo Rajoy cuando fue cogido en
flagrante mentira con respecto a unas supuestas declaraciones de Rajoy a
un diario argentino.
En resumen, este debate le ha servido a
Rubalcaba para avisar que hay dos modelos y que no es buena la
abstención en la izquierda. "Con la abstención no se resuelven las
diferencias", dijo al final de su intervención, por lo que "les pido la
confianza: hay dos posibles gobiernos. Yo creo que podemos salir todos
de la crisis y hacerlo juntos".
A Rajoy le ha servido para alejar
fantasmas sobre supuestos 'programas ocultos', ofrecer una imagen de
seriedad y serenidad y, sobre todo, de consistencia para la difícil
crisis que atravesamos. Es difícil precisar quién ganó claramente el
debate: pero Rubalcaba no logró lo que pretendía. Las encuestas siguen
igual.